En primer lugar, la tecnología es un sector que no sufre de exceso de capacidad. Una de las características más llamativas de la burbuja crediticia ha sido la gran cantidad de capacidad que se añadió en la vieja economía, y que llevó a una expansión de áreas tales como oficinas, vivienda, fábricas y otros edificios industriales. Hoy existe un enorme excedente de estos inventarios, lo que implica que incluso si volviese la demanda a recuperarse, podría seguir habiendo una presión bajista sobre los precios en estas áreas.

Esto contrasta fuertemente con el sector tecnológico. Según Micron, en la actualidad no hay ninguna planta nueva de semiconductores en construcción (se tarda dos años en construir una) y en la industria de las memorias todo el stock está vendido. Además, el sector tecnológico ha sido privado de financiación por parte del capital riesgo en esta última década. Esto es, sin embargo, algo muy positivo para las empresas existentes, ya que se reduce la competencia futura y las barreras de entrada se hacen mayores.

Asimismo, la consolidación ha reducido la competencia en muchas áreas. El sector tecnológico ha pasado por algunos notables procesos de racionalización en tiempos recientes. Las principales compañías han intentado comprar a sus competidores más pequeños y con menos liquidez en sus balances. Por ejemplo, Oracle ha sido un comprador agresivo de competidores en los últimos años. Las empresas con fuertes barreras de entrada son capaces de retener algo del ahorro en gastos al poder mantener o incrementar los márgenes.

Por otra parte, la sustitución de PCs y los ciclos de infraestructuras de las empresas está llegando a un punto crítico. El sector de los ordenadores personales también está a punto de comenzar un importante ciclo de mejoras. La edad media de un ordenador de sobremesa es actualmente superior a los 6 años; sin embargo, cuando un PC tiene más de cinco años es más barato comprar uno nuevo que continuar pagando costes de reparación y mejora.

Además, la infraestructura de TI de muchas compañías está envejeciendo a un ritmo dramático y será cada vez más difícil para las entidades aplazar la sustitución, a la vista de los cada vez mayores gastos de mantenimiento. A esto hay que añadir que debido al gran retraso existente en la implantación de mejoras en las infraestructuras de TI, los avances en funcionalidad que ahora se ofrecen son enormes, en muchas instancias incluso cubren sus costes en menos de un año.

Por último, no hay que olvidar que cada vez llegan al mercado más productos innovadores. En su anterior encarnación, el sector tecnológico vio afectada su reputación por prometer mucho en lo referente a nuevos productos rompedores, que luego claramente no cumplían las expectativas. Al final, los aparatos prometidos en el punto álgido de la burbuja tecnológica están empezando a materializarse. Con todo, no hay duda de que aquellos productos que están emergiendo ahora son bastante mejores de lo que nadie hubiera esperado, incluso en los momentos de mayor euforia tecnológica, por ejemplo el iPhone, Kindle (y ahora el iPad), y la televisión LED por nombrar sólo unos pocos.