Prometía ser una solución a la crisis…un refugio, y por el momento sólo parece quedarse en un proyecto. Y es que, como anunciaba el ministro de industria, Miguel Sebastián, “España paga la novatada en las renovables”. La exigencia de un modelo que- con demanda a la baja- subvenciona las energías más caras aún a costa de dejar al gas en tierra de nadie de las promesas del Plan Estratégico 2013 y de relegar a las centrales de ciclo combinado a fuentes de respaldo para cubrir la volatilidad eólica y solar. Y es que el marco regulatorio es la espada de Damocles del sector que sigue a la espera de que las autoridades españolas lleguen a un acuerdo real que ponga fin a la incertidumbre del sector. “Hasta entonces, el futuro de las energías renovables sigue siendo una incógnita”, reconoce la Asociación de Productores de Energías Renovables (APPA). Y los primeros efectos ya han visto la luz: compañías como FCC ha decidido paralizar sus inversiones en energía pues siendo uno de los negocios con mayor potencial de crecimiento –y que en los últimos meses había compensado parcialmente el deterioro de la actividad constructora- se ve obligado a frenar su ritmo de expansión por las dudas regulatorias.


Pedro Rivero, presidente de la patronal de la industria eléctrica (UNESA)
insiste en la necesidad de seguridad jurídica “imprescindible para dar estabilidad al sistema. Hay que plantear objetivos claros, con una regulación estable”. Rivero admite que los gobiernos duran demasiado poco en comparación con las inversiones en energías. En este sentido, y al hilo de la próxima revisión de de subvenciones a las renovables, Rivero señala que “si empezamos a decir qué tecnología necesita ayuda y cuál no, sentamos las bases de la inseguridad jurídica”.

La amenaza de retroactividad es el punto caliente del sector. Como se apunta desde APPA, la posible aplicación de la retroactividad “al vulnerarse la seguridad jurídica se podría ver afectada la posible financiación de nuevos proyectos en el sector. Lo que se traduciría en el hundimiento de la inversión de I+D+i”. La asociación es clara con las consecuencias: se pondría en peligro un sector en el que España es líder mundial y que está llamado a ser uno de los motores para superar la crisis económica”. Aunque dicen que las energías renovables son más caras ¿cómo podemos medir en dinero el problema de los residuos nucleares que tardan miles de años en desaparecer?, se preguntan en APPA.

Renovables vs nuclear: el debate sigue sobre la mesa

Y es que energías renovables vs energía nuclear sigue siendo el debate del sector. Pero todo debe ser entendido en un contexto. España cuenta con ocho reactores nucleares que durante 2009 generaron una energía eléctrica de 52.890 millones de Kwh, lo que representó un 17.61% de la producción eléctrica del país, que fue de 300.345 kWh. Una producción que, en palabras de la presidenta del Foro Nuclear, María Teresa Domínguez “ha sido, una vez más, consumida de forma constante, segura y con precios estables y predecibles del mismo modelo que ha sido fundamental para el buen funcionamiento del sistema eléctrico español”.

Sin embargo, la realidad española tiene su cruz particular pues depende en un 85% de la importaciones ya que nuestro país no cuenta con los recursos naturales suficientes y donde el sistema eléctrico está poco interconectado con los países vecinos, lo que nos hace muy vulnerables ante los movimientos del mercado. Y es que la mayoría de las importaciones proceden de Francia, el país europeo con más centrales nuclares- cerca de 60- y cuya electricidad se deriva en un 80% de éstas. Desde Pricewaterhouse Cooper informan de que “España debería analizar la construcción de hasta 3 centrales nucleares de 1.500 megawatios cada una para satisfacer el aumento de la demanda eléctrica que se generará entre 2009 y 2030”. El problema llega aquí de sus altas inversiones tanto en la creación de nuevos reactores como del mantenimiento de los actuales así como del todavía polémico “almacén o basurero nuclear”. Es aquí donde la consultora ofrece una solución, al menos momentánea, que consistiría en alargar la vida de las centrales nucleares hasta los 60 años (desde los 25-30 años actuales) que supondría ahorrar cerca de 7.000 millones de inversión y contribuiría a reducir las emisiones de CO2. Una medida preferida por las eléctricas españolas que ven en ésta una solución para tener sus instalaciones muy amortizadas, lo que les dejaría un alto beneficio.

Pero más allá de los retos, el mercado energético cuenta también con virtudes: la expansión internacional y rentable de la utilities españolas así como su supremacía en energías renovables. Sólo hay que echar un vistazo al papel que desempeña Iberdrola Renovables en Estados Unidos “uno de los pilares básicos para el crecimiento futuro del Grupo”, admitía recientemente su presidente, Ignacio Sánchez Galán. Sin embargo, los expertos coinciden: el futuro de nuestras compañías no pasa por las fusiones “sino por la necesaria revisión de la regulación”, reconoce Miguel Sánchez, analista del sector eléctrico de Inverseguros. Una ordenación que debería darse especialmente desde el punto de vista del mercado eléctrico mayorista, “que se ha demostrado ineficiente en épocas de distorsión de precios tanto al alza como a la baja o momentos como el actual, de escasa demanda, o también sus incapacidad para absorber potencial nuevo creado a la hora de promocionar determinadas tecnologías frente a otras”.

Aun así estamos asistiendo a un proceso de reestructuración en el sector –como la reciente firma de un acuerdo de colaboración entre CLH e Indra “para impulsar la internacionalización de nuestro modelo de negocio”, admite José Luis López de Silanes, presidente de CLH. En cambio, en el plano internacional podríamos asistir a movimientos corporativos entre las grandes eléctricas españolas y compañías europeas orientados a diversificar negocios y áreas geográficas, especialmente en aquellos mercados que encierren más valor: como reforzar los negocios renovables, las redes de tranporte o negocios de upstream aprovechando los atractivos precios que se pueden encontrar en al actualidad”, reconoce Miguel Sánchez. Y como muestra un botón: Endesa y Enel ya valoran sus sinergias en su cuenta de resultados así como importantes operaciones en el ámbito de las energías verdes con la unión de sus respectivos activos de renovables.

¿Recomendaciones? Sí, pero con prudencia.

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