Fiat, que tiene su base en la ciudad de Turín, en el norte de Italia, no ofreció ninguna reacción oficial al anuncio de la decisión del juez estadounidense.

A pesar de su éxito en la fusión con Chrysler, la compañía italiana ha fracasado en su intento de convertirse el segundo mayor fabricante del mundo, después de que el fabricante de componentes austríaco-canadiense Magna lograra hacerse con Opel en perjuicio de Fiat.

El nuevo grupo Chrysler, nacido de la fusión de la mayoría de los activos de la compañía quebrada y Fiat, pertenecerá en más de la mitad del accionariado a un fondo de trabajadores retirados.

Los gobiernos de EEUU y Canadá tendrán participaciones minoritarias y Fiat controlará el 20% de la compañía, aunque su participación podría crecer hasta el 35% en el futuro a medida que avance el proceso de fusión.

El consejero delegado de Fiat, el italo-canadiense Sergio Marchionne, ha afirmado en repetidas ocasiones que el problema del mercado internacional del automóvil es la excesiva oferta.

A su juicio, una vez sea superada la presente crisis económica permanecerán activos únicamente 6 fabricantes de automóviles globales.

Con su fracaso en la adquisición de Opel Marchionne ve frustrada su intención de garantizar la supervivencia de Fiat en un horizonte con menos fabricantes por medio de la reducción de costes que hubieran proporcionado las economías de escala.

Todavía queda un obstáculo para que se concrete el acuerdo con Chyrsler, ya que tres fondos de pensiones del estado de Indiana han presentado un recurso porque no están de acuerdo con recibir sólo 29 céntimos por cada dólar que prestaron en su día a la vieja Chrysler.