Esta crisis hizo perder centenares de miles de millones de dólares a las instituciones financieras, reduciendo a su vez el valor de sus activos. El primero en caer, en marzo, fue el más pequeño banco de inversiones de Wall Street, Bear Stearns. La Reserva Federal le evitó la quiebra ofreciendo condiciones muy ventajosas para que su rival JPMorgan Chase lo comprara.

El cuarto banco de inversiones estadounidense, Lehman Brothers, debió acogerse a la ley de quiebras el 15 de setiembre, provocando una crisis no vista desde los años 30, con un bloqueo total de los mercados crediticios. "La decisión de Henry Paulson (secretario del Tesoro) de abandonar a Lehman Brothers fue dramática. Cuando se deja caer un dominó, caen todos los otros", dijo la ministra de Economía francesa Christine Lagarde, semanas más tarde.

Merrill Lynch escapó a la bancarrota al ser comprado el mismo día por el banco comercial Bank of America, quedando solamente dos bancos de inversiones, Goldman Sachs y Morgan Stanley, que abandonaron ese status el 21 de setiembre para beneficiarse con la financiación federal. Para mantener el sistema a flote, el Tesoro presentó un plan de rescate de 700.000 millones de dólares, aprobado por el Congreso el 3 de octubre.

"Los grandes bancos estarán bajo presión al menos 18 meses, si no son 36 (...) el capital (inyectado por el Estado) tapa los pozos, no financia el crecimiento", advirtió días atrás la analista vedette de Wall Street para los valores financieros, Meredith Whitney, de Oppenheimer & Co.

En Europa, la onda expansiva afectó al banco británico Northern Rock, especializado en créditos inmobiliarios, que debió ser nacionalizado en febrero, al igual que el belga-holandés Fortis en setiembre y el británico Bradford & Bringley y el franco-belga Dexia, dos días después.

La Unión Europea decidió discutir las medidas tomadas por unos y otros para proteger a los ahorristas de las quiebras, antes de prometer planes de rescate para los bancos, inspirados en gran parte en el presentado por el primer ministro británico Gordon Brown.

Islandia, muy dependiente de sus bancos, debió nacionalizar a sus tres principales instituciones financieras (Kaupthing, Glitnir y Landsbanki), hacia principios de octubre, antes de pedir ayuda al Fondo Monetario Internacional.

La lista de los bancos fagocitados por sus rivales es larga: Dresdner Bank por Commerzbank, HBOS por Lloyds TSB, Alliance & Leicester por Santander... En Estados Unidos: Countrywide por Bank of America, Wachovia por Wells Fargo, Washington Mutual por JPMorgan Chase, National City por PNC.

La lista de quiebras en Estados Unidos este año (25 hasta la fecha) incluye la mayor de su historia, Washington Mutual (188.000 millones de dólares en depósitos) el 25 de setiembre.

Otros también cayeron desde lo alto

El ex número uno mundial de las finanzas, el estadounidense Citigroup, se hundía antes de la masiva intervención de las autoridades, al igual que UBS, ex primer banco suizo, también generosamente reflotado por el Estado, luego de una gestión desastrosa y diversos escándalos.

La aseguradora estadounidense AIG, sobrevivió gracias a la inyección de 152.000 millones de dólares aportados por el gobierno estadounidense.

Otros bancos debieron enfrentar además maniobras fraudulentas. El francés Societé Generale registró una pérdida histórica de 4.900 millones de euros, producto de malversaciones de un corredor, Jerome Kerviel.

El último escándalo hasta el presente, el fraude piramidal por 50.000 millones de dólares, del que se acusa a un ícono de Wall Street, Bernard Madoff, afecta al británico HSBC y al español Santander, entre otros.