Las recomendaciones, que se derivan de los analistas, se difunden a través de los diferentes medios de comunicación como radio, televisión, prensa económica, o bien redes sociales. Por lo que, el gran alcance sobre el público puede tener su consecuencia en la evolución de las cotizaciones
, aunque el valor no haya experimentado ningún hecho relevante en las últimas sesiones.
Por todo lo anterior, es por lo que se suele señalar a los conflictos de intereses como principal hándicap para seguir las opiniones expertas. El inversor es consciente o al menos debería serlo que en una recomendación puede existir un conflicto de interés que altere el nivel de objetividad e independencia, que debería estar ligada a una recomendación.
Los principales conflictos de intereses que se enfrenta un analista de valores son: la oferta de servicios de la banca de inversión que le respalda, quién retribuye al analista, o bien, que en el capital de las empresas objeto de recomendaciones sean participadas por el propio analista. A raíz de del pinchazo de las punto com, la imagen pública del analista de valores fue dilapidada ya que por aquel entonces, en pleno éxtasis de la burbuja, había muy pocos analistas que se atrevieron a publicar recomendaciones de venta sobre valores tecnológicos o sobre el índice Nasdaq.
Por ello, es saludable para la transparencia informativa que recibe el inversor, manifestar el conflicto de intereses, que se enfrenta un analista, y seguidamente exponer cómo lo ha resuelto para descubrir la calidad informativa de cada una de sus recomendaciones.
Ante este escenario… ¿Utilizáis las recomendaciones de los analistas de valores para operar en un sentido u otro del mercado?, ¿Tenéis algún analista bursátil como eje central de un modelo de inversión?, ¿Hasta qué punto el analista de valores resuelve de manera adecuada el conflicto de intereses?
Este es el escenario… y vuestras son las opiniones.
Marc Fortuño