400.000 millones de euros es, en principio, el mínimo razonable que podrían solicitar los bancos en la segunda subasta realizada este miércoles por el Banco Central Europeo a un tipo de interés del 1%, con vencimiento a tres años y sin límite de cantidad a prestar. Con este monto, las entidades bancarias cubrirían todos los vencimientos de deuda de cara a 2012. No obstante, según un sondeo elaborado por Goldman Sachs, la cifra podría ascender hasta el billón de euros por dos obviedades básicas: quién rechaza dinero barato y, segunda cuestión, la entrada en acción, previo permiso de sus países, de otro tipo de entidades financieras que, sin ser estrictamente bancos, cumplen los requisitos exigidos por BCE.

En terreno estrictamente de previsiones, los analistas de Nomura hablan de 200.000 millones en peticiones; la media de las casas de análisis recogida por IG Markets sitúa el monto total en los 470.000 millones, mientras que desde Dracon Partners EAFI, esperan una cifra estimada ligeramente por encima, hasta un total de 600.000 millones de euros. “La medida será tomada con optimismo por los mercados” a tenor de los resultados que dejó sobre el parqué la última subasta, asegura
Juan José Alonso, analista de Dracon Partners EAFI, que recuerda que “los mercados europeos han subido un 14% de media y hasta un 17% las materias primas” desde el pasado 21 de diciembre y están “reproduciendo lo visto con el QE2 de Estados Unidos entre 2010 y 2011. Sin embargo, no hay que olvidar que la operación busca como principal objetivo reactivar la economía con la vuelta del flujo del crédito, efecto que hasta el momento no ha sido percibido por el mercado”.

Daniel Pingarrón, estratega de mercados de IG Markets, se muestra confiado en que “todo lo que sea por encima de 500.000 millones de euros será bien interpretado por el mercado”.

En un leve background de la primera y única experiencia de estas características, en la subasta del pasado 21 de diciembre, 523 entidades acudieron a la ventanilla del BCE para hacerse con 489.200 millones de euros, de los que la banca nacional representaba aproximadamente un 20% del total.

Las cartas sobre la mesa las han puesto muy pocos. Se sabe que Bankia acudirá al dinero casi gratis del BCE, aunque no confiesa ninguna cantidad a la espera de conocer las condiciones concretas y los británicos RBS y Lloyds pedirán unos 15.000 millones de euros, cifra muy similar que se espera para algunos de los grandes bancos comunitarios, según ha publicado el británico Financial Times.

Respecto a la gran banca española, el Banco Santander mantiene mutis por el foro y tan sólo el presidente de BBVA, Francisco González, ha anunciado que su entidad acudirá a Mario Dragui con una petición bajo el brazo de papel de 11.000 millones de euros. Lo reconocía este mismo lunes en una entrevista al diario El País en la que aseguraba que el hecho de acudir al BCE no debería ser un “estigma” para nadie y recordaba la necesidad de que la prima de riesgo se sitúe por debajo de los 300 pb lo antes posible.


Sarkozy trade
“A dónde irá ese dinero es más difícil de precisar”, confiesa Daniel Pingarrón, pero lo que está claro es que el carry trade funciona y mucho para los bancos si lo que buscan es rentabilidad. Ahora, los nuevos puristas del lenguaje han decidido calificar a esta práctica como ‘Sarkozy trade’ desde que el presidente galo instara a los bancos a utilizar el papel del BCE en la compra de deuda soberana de sus respectivos países. Motivados por el Elíseo o no, los bancos han cumplido y se espera, lo sigan haciendo después de hoy mismo. “Sin duda, una parte irá a subastas de deuda de los estados europeos, igual que en la anterior ocasión, con el fin de obtener un lucro fácil”, aunque apunta también el analista hacia la luz al final del túnel al afirmar que, “en teoría, los bancos europeos empeñaron gran parte de los anteriores fondos subastados en sus vencimientos de deuda y obtener capital para cumplir los objetivos de la EBA. Ahora, no estarían tan necesitados de hacer lo mismo, por lo que una parte podría ir destinada a canalizar créditos”.

La pasada inyección de liquidez al sistema financiero se ha reconducido de manera tal que, según los últimos datos publicados por el Banco Central Europeo, la banca europea tiene 229.600 millones de euros en deuda pública de los estados, de ellos, la banca nacional acumula hasta 119.000 millones de euros, de los que 23.100 millones se incorporaron sólo durante el mes de enero gracias a que los banqueros se encontraron con los bolsillos llenos de la mano de Dragui.

En Italia, la situación es prácticamente la misma. Las entidades bancarias se hicieron con 20.600 millones de euros durante las subastas celebradas en el mes de enero y alcanzan con ellos los 280.000 millones en deuda que tiene los bancos. No obstante, en el caso de nuestro país, se debe asimismo al adelanto que ha realizado el Tesoro Público en la colocación de deuda puesto que a tan sólo dos meses del comienzo del año se ha deshecho ya del 35% del total.

La exposición de nuestros bancos a países como Portugal nos deja en una situación delicada en caso de default luso con lo que no sería de extrañar que las entidades acudieran en masa al BCE por aquello de cubrirse las espaldas. 60.000 millones de euros es la cifra de deuda portuguesa que acumulan los bancos españoles, muy superior, por cierto, a la que tienen países como Francia o Alemania sobre la deuda helena –salvando todas las distancias posibles-. El país galo es el principal tenedor de deuda con un montante que asciende hasta los 45.000 millones, mientras que Berlín, segundo en el ranking hacia el abismo, se ciñe a los 18.000 millones de euros.


Nuevos actores en escena: Carrefour o Volswagen
Son rumores que recoge la prensa europea, la española incluida, sobre posibles candidatos a engrosar la barra de liquidez del BCE. Financial Times habla de las EFC, es decir, entidades financieras de crédito, tipo filiales de entidades bancarias compañías automovilísticas, grandes europeas, como Volswagen, Mercedes-Benz o Peugeot, o relacionadas con el sector consumo como Carrefour y el tan nacional El Corte Inglés.

En este sentido, su participación depende directamente de los bancos centrales respectivos de cada país puesto que cumplen con las exigencias planteadas por Bruselas. El Banco de España ya ha negado el paso a las compañías españolas por no contar con un sistema centralizado de liquidación de operaciones en tiempo real, con el que sí cuentan los bancos, y que, por tanto, retiraría de las mieles del dinero barato a entidades que, del mismo modo que los gigantes bancarios, tratan de conceder crédito a los particulares.