La entidad achacó estos resultados a la recomposición del tipo de crecimiento, buscando en cada trimestre la aproximación a un equilibrio entre tasas de crecimiento, mejora de márgenes y requirimientos de capital, todo ello con los objetivos de una creciente rentabilidad y de una "óptima" calidad crediticia. Los activos gestionados crecieron por encima del 19% y los recursos gestionados al 23%, ambos en términos anuales. El motor del balance y de la cuenta de explotación fueron los créditos a la clientela, que aumentaron prácticamente el 18%, impulsados por los créditos y préstamos no hipotecarios, que crecieron casi el 21%, más rápido ya que los hipotecarios.