Actualmente, el tipo de interés a un año en China se encuentra en el 5,31 por ciento, un dato todavía alto y más enfocado a controlar la inflación que a estimular el crecimiento económico.

El Banco Central chino ha bajado los tipos cinco veces y en cuatro ocasiones recortó las reservas bancarias obligatorias en los últimos cinco meses, y se espera que la tendencia continúe ante el parón de crecimiento chino.


Así, en el acumulado de 2007, China creció un 13 por ciento de media, mientras que en el último trimestre del año pasado la tasa cayó a sólo un 6,8 por ciento, después de más de un lustro subiendo a dobles dígitos.

Otro peligro se cierne, además, sobre la economía china, y es la aparición de la temida deflación; es decir, una caída generalizada del nivel de precios de bienes y servicios en una economía.

De hecho, la consultora JP Morgan pronosticó un crecimiento negativo del Índice de Precios al Consumo (IPC) de febrero en China, después de que Pekín diera un incremento oficial del 1 por ciento en enero.

Yi tranquilizó a la población asegurando que el PBOC estaba determinado "no sólo a luchar contra la deflación, sino también a mantener el poder adquisitivo del yuan y a mantener la divisa estable".