Hace un mes, el banco central recortó los tipos un uno por ciento para impedir que la economía australiana se viera arrastrada por la desaceleración económica mundial.
Desde entonces, los indicadores no son positivos, especialmente en cuanto a la tasa de desempleo, precio de la vivienda y consumo de las familias.
Además, la autoridad monetaria central de Australia sigue preocupada por la creciente inflación.
Pese a estos temores, el Producto Interior Bruto australiano continúa aumentando de forma sostenida gracias a la demanda de sus materias primas, sobre todo de China y la India.

