Este paquete, de 4 billones de yuanes (456.000 millones de euros, 586.000 millones de dólares), fue aprobado el pasado noviembre por el Gobierno chino para afrontar el impacto de la crisis financiera mundial y evitar que su crecimiento se ralentice. China creció un 9,9 por ciento en el tercer trimestre de este año, un 10,4 por ciento en el segundo y un 10,6 por ciento en el primero, desde el 11,9 por ciento que registró en el 2007.

A finales del pasado noviembre, el Banco Mundial (BM) revisó a la baja sus previsiones de crecimiento de China para este año, del 9,2 por ciento que fijó en junio al 7,5 por ciento, mientras que el Fondo Monetario Internacional (FMI) también recortó su previsión del 9,3 por ciento al 8,5 por ciento.

El Gobierno central prometió contribuir con 1,18 billones de yuanes (123.261 millones de euros, 172.301 millones de dólares) al paquete de estímulo, mientras de los gobiernos locales, bancos e inversores privados deberán aportar el resto.

El Gobierno central aumentó su déficit fiscal previsto para el próximo año hasta los 500.000 millones de yuanes (52.178 millones de euros, 73.008 millones de dólares), en comparación con los 180.000 millones de yuanes (18.789 millones de euros, 26.283 millones de dólares) de este año.