Los rumores cada vez pesan más en el mercado y la Fed lo sabe, por lo que lleva dos meses adelantando que tomaría más medidas para reactivar la economía nacional, si bien, hasta hoy a las 19:15 (hora española) ha retrasado poner las cartas sobre la mesa pero, ¿por qué? Bernabé Gutiérrez, CEO de Arthur Global Practice
, dice que es porque “si tomara una decisión importante antes de las elecciones legislativas, seguramente Bernanke y Geithner hipotecarían su credibilidad, ya muy mermada por sí misma”

Ahora, la reciente victoria en las elecciones al Congreso por parte de los republicanos habría desplegado una alfombra roja para el paso de las medidas de QE2 y, es que, la historia política de EEUU dice que, cuando el partido en el poder no controla las dos Cámaras legislativas se produce un periodo de ‘gridlock’, es decir, de “paralización o mayor dificultad para llevar adelante la agenda política-económica”, según Gutiérrez. El gurú de las inversiones Bob Doll explica que este escenario de gridlock es positivo para los mercados ya que elimina la incertidumbre sobre futuros cambios legislativos (markets hate uncertainty).

Como si de la antigua Roma se tratara, con pan y circo, o con los demócratas en la Casa Blanca y los republicanos en el Congreso, la Fed tiene tranquilos los inversores y carta blanca para abrir las arcas comprando bonos y removiendo con ello los mercados internacionales en beneficio de EEUU.

Las consecuencias de que la Fed pudiera meter mano a la economía no se hicieron esperar en el mercado de Forex, ya incluso desde que el organismo las adelantara sin actuar en septiembre. El euro llegó a subir hasta los 1,37 dólares a finales de dicho mes, fortaleciéndose hasta los 1,4049 hoy, día del fallo final de Bernanke y los suyos. Y es aquí precisamente donde comienza la ‘guerra de divisas’ pues, según Ashraf Laidi, director de estrategias de mercado de CMC Markets en Londres, “el verdadero impulsor es la propia Reserva Federal de Estados Unidos y su nueva política monetaria de inyección de liquidez con la compra de Treasury bonds”.

Más allá de hipotéticas consecuencias bélico-monetarias, la depreciación del dólar “apoyará las exportaciones y las presiones al alza en los precios de las importaciones, lo que prevendrá la repetición del escenario deflacionista japonés en EEUU”, explican Adien Pichoud, analista en Banque Syz y Fabrizio Quirighetti,Economista en Banque Syz. Si bien, “el impacto de las decisiones de la Reserva en la demanda de hipotecas e inversiones será limitado, ya que los tipos de interés están aún en niveles históricamente bajos y se espera que permanezcan así hasta finales de 2011”, avisan estos expertos.

En cambio, la otra cara de la moneda la vería Europa, ya que, según el Premio Nobel de Economía Robert Mundell, las compras de deuda por parte de la Fed podrían hacer que el euro suba contra el dólar, lo que desataría la deflación en Europa ante la mayor dificultad de liquidar las deudas soberanas.

Si ya nadie duda que la Fed llevará a cabo otra ronda de quantitative easing muy pronto, en tela de juicio se ha puesto la cuantía a la que ascenderá dicha ronda. Algunos expertos pusieron el grito en el cielo creyendo que el monto dejaría que desear, lo que sacudió las bolsas a mediados de la semana pasada. Ante esta incertidumbre, la Fed pidió asesoramiento a los operadores e inversores en bonos sobre su próxima adquisición, así como sobre los efectos en la rentabilidad, lo que calmó los ánimos. Así pues, Ramón Forcada, director de análisis de Bankinter, confía en que “la Fed no decepcionará al mercado porque no se puede dejar que las bolsas caigan. Además, elevará las expectativas de inflación, lo que se traducirá en una monetización de la deuda porque se diluirá el valor de ésta”. Finalmente, se espera que la Fed se gaste hasta 500.000 millones de dólares en obligaciones de largo plazo.

Clarividente, por responsable del futuro económico de EEUU, la Fed proyecta que la economía norteamericana crecerá más del 3,5% en 2011 pero, he aquí la trampa: “los americanos seguirán soportando con gasto público y estímulo monetario la recuperación”, dice Ángel de Benito, gestor de Banif, Banca Privada, y el problema de esto radica en que este sostenimiento puede ser artificial, pues el consumo privado debería tomar el relevo a las medidas de estímulo, lo que “demuestra la debilidad de la demanda privada como motor autónomo de crecimiento”.