En su mayoría, esa deuda se refiere a pensiones especiales para ejecutivos y sistemas de remuneración diferida, incluyendo bonificaciones, de años previos.

Según los cálculos del diario (en algunos casos confirmados por fuentes cercanas a las entidades), esas cuantías alcanzarían los 11.800 millones de dólares en Goldman Sachs, 8.200 millones en J.P. Morgan Chase y entre 10.000 y 12.000 millones en Morgan Stanley.

En el caso de Citigroup (que junto a J.P. Morgan recibirá 25.000 millones de fondos públicos), The Wall Street Journal asegura que la cuantía ronda los 5.000 millones.

Esos datos se publican precisamente cuando el Gobierno busca vías para controlar la remuneración futura de los ejecutivos de las entidades financieras.

El diario recuerda que la práctica de contabilizar como deuda la pensión y salarios atrasados de los ejecutivos es perfectamente legal y común en las grandes empresas, no sólo del sector financiero.

Esta práctica beneficia tanto a empresarios (que ahorran a corto plazo) como a ejecutivos (que posponen el pago de impuestos y ven incrementar la cuantía con el paso del tiempo).

Sin embargo, esos pasivos son esencialmente una obligación oculta y son muy pocas las firmas que los identifican como pagos diferidos.

En Goldman Sachs los 11.800 millones no financiados para remuneración diferida de ejecutivos suponen una cifra muy superior al coste del plan de pensiones de todos sus empleados, que alcanza los 399 millones y está totalmente cubierto por una reserva de activos.

Según el diario, el pasivo de 1.300 millones de Bank of America -que recibirá 25.000 millones en fondos públicos- para fondos de pensiones suplementarios de ejecutivos redujo su beneficio de 2007 en 104 millones.

En cambio, el plan de pensiones del resto de los empleados está más que financiado y su superávit contribuyó con 32 millones a la ganancia de la empresa.

Merrill Lynch -que será adquirido por Bank of America en una operación que contó con el apoyo del Gobierno con el supuesto objetivo de salvar al primero- es puesto por el diario como ejemplo de firma que ha reservado provisiones para cubrir sus obligaciones de pago diferido, que ascienden a 2.200 millones.

Igualmente, Morgan Stanley asegura que sus obligaciones de pago diferido a ejecutivos en gran medida están cubiertas.

Por su parte, los ejecutivos de Lehman Brothers perdieron toda su remuneración diferida a raíz de que la firma declarara su bancarrota y el Gobierno de EEUU descartara ayudarla, según el periódico.

Para elaborar sus cálculos el diario se ha ayudado de las sumas que cada firma reporta como activos diferidos de impuestos para "remuneración diferida" o "beneficios y remuneración de empleados".

Estos datos muestran cuánto espera ganar una firma en beneficios fiscales cuando finalmente pague a los ejecutivos lo que les debe.

Además de inyectar 125.000 millones en nueve bancos, el Tesoro de Estados Unidos ha puesto una suma similar a disposición de otros bancos.

Consultado sobre los cálculos del diario, el Tesoro dijo que "cada banco que acepte efectivo del plan gubernamental deberá primero respetar las restricciones de remuneración aprobadas por el Congreso, y todos los bancos que están recibiendo dinero lo están haciendo".