Sólo en el primer trimestre de este año, el resultado negativo estimado de Uber supera ya los 1.000 millones de dólares, mientras que sus ingresos se habría elevado por encima de los 3.000 millones de dólares, en comparación con los 2.584 millones de dólares facturados entre enero y marzo de 2018.

Uber está pagando en el parqué la escasa confianza que han logrado infundir a los inversores sus resultados corporativos, y el propio consejero delegado de la compañía, Dara Khosrowshahi, reconocía en un memorándum interno remitido a sus empleados que es de esperar que su cotización se vea sometida a presión durante los próximos meses”, apuntan los analistas de IG.

Aunque prácticamente ninguno de los unicornios tecnológicos que han desembarcado en el parqué en los últimos años han sido capaces de presentar beneficios antes de su salida a bolsa, la recepción de los inversores con estas dos compañías especializada en alquiler de vehículos de transporte con conductor es bastante diferente a la acogida que tuvieron empresas como Facebook o Netflix.

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“Tal vez la confianza y la generosidad que han mostrado los inversores hacia compañías disruptivas que generan fuertes pérdidas con el objetivo de llegar a una posición dominante de sus mercados está siendo sustituida por las dudas sobre si finalmente esa posición dominante llegará o no a ser una realidad. Son dudas que no tienen, hoy por hoy, una respuesta segura, pero, de momento, y en tanto en cuanto no haya mayor visibilidad, estaríamos al margen de Lyft y de Uber”, comentan desde Renta 4.

El contexto actual tampoco ayuda a estas dos empresas ante la política comercial que está llevando Donald Trump. Los índices bursátiles de Wall Street se han parado en niveles previos a máximos históricos. La presión arancelaria parece ahora que se retira de Europa, para centrarse en Irán y en China.

Los inversores, sin embargo, han recogido con optimismo la noticia conocida este miércoles. Una agencia de gobierno de EEUU apuntó que los conductores que proporcionaban viajes con Uber eran contratistas, no empleados. Esta ha sido una de las preocupaciones clave para los inversores, ya que no debe compensarlos.

La Junta Nacional de Relaciones Laborales del gobierno de EEUU emitió una sentencia el 14 de mayo, concluyendo que los conductores de Uber eran contratistas independientes. También señalaron que el hecho que los “‘conductores’ prácticamente realicen el control de sus automóviles, completen horarios de trabajo y registren sus ubicaciones, junto con su libertad para trabajar para los competidores de Uber, les proporcionó una oportunidad empresarial “significativa”, recoge Bloomberg.

Ahora los conductores de Uber podrían recurrir a un tribunal de mayor instancia bajo una ley federal de salario y horas extras, aunque los expertos creen que este asunto no tiene mayor recorrido judicial. Pese a esta buena noticia para la compañía, Uber arrastra conflictos en los tribunales de Argentina, Colombia, México, Bolivia, Reino Unido o España.

Sacrifica la rentabilidad

La compañía prometió a principios de mayo que aumentaría sus inversiones hasta 16.000 millones dólares, gracias a los 10.000 millones de dólares (8.900 millones de euros) de su salida a bolsa. El objetivo de la compañía es tener una posición dominante del mercado, incluso sacrificando en el corto plazo la rentabilidad. "Nuestra estrategia consiste en construir la mayor red en cada mercado para obtener la mayor liquidez gracias al efecto de red, que creemos que deriva en una ventaja en los márgenes", comenta Uber en su folleto de salida al parqué.

El folleto de la OPV de Uber también recoge un crecimiento lento de los ingresos del sector debido a las presiones competitivas para financiar las tarifas y recompensar a los conductores. "Pretendemos invertir de forma agresiva, incluso a costa del corto plazo, ya que creemos en la oportunidad del mercado a largo plazo", señaló Uber. Lyft afirma que tardará varios años en ser rentable, una estrategia que también sigue Uber.

Bajo la dirección de Dara Khosrowshahi, la compañía ha ampliado sus negocios al reparto de comida a domicilio y al alquiler de patinetes eléctricos y bicicletas en las ciudades, aunque el grueso del 80% de su facturación sigue siendo el del alquiler de coches con conductor. Pese a esta diversificación, las ventas de Uber se han frenado en los últimos ejercicios: en 2018 sus ingresos aumentaron un 42%, mientras en 2017 y 2016 casi llegaron duplicarse.