La aversión a invertir en mercados extranjeros puede dañar las carteras en el largo plazo, según un estudio elaborado por Goldman Sachs a finales del pasado mes de abril. Durante la última década, el dinero se ha mantenido principalmente “en su propio terreno”, explicaba Jose Ursua, economista global del banco. “A medio plazo, el sesgo doméstico puede ser una maldición o una bendición, dependiendo de dónde se originen las crisis. A largo, sin embargo, esta preferencia revela dificultades de diversificación que pueden ser perjudiciales para los portfolios”, afirmaba.

Este tipo de preferencia por lo nacional “también se aplica a los títulos de deuda u otros activos”, lo que sugiere que la globalización aún tiene mucho camino por recorrer en lo que respecta a la integración financiera entre países. Opinaba que los inversores estadounidense deben invertir cerca del 60% de sus carteras en el extranjero, en lugar del actual 16%, ya que la renta variable de dicho país capturo poco menos del 40% de la capitalización global.

La mejora de la tecnología, unida a unos mercados financieros más establecidos y menores normas sobre trasladar capital al extranjero, debería haber conseguido que los inversores diversificaran sus carteras, pero según el informe de Goldman Sachs esto “no ha funcionado” como se esperaba. Como ejemplo, Ursua señala a los bancos de la Zona Euro, que tienen en su balance grandes cantidades de deuda soberana.

S.C.