“Todavía necesitamos la recapitalización de muchos de los grandes bancos en el sistema”, ha declarado refiriéndose a las entidades europeas el secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), Ángel Gurría. En una comparecencia ante la comisión de Asuntos Económicos en la Eurocámara, se ha quejado porque la Unión Europea (UE) va “retrasada” frente a Estados Unidos en la reparación del sector bancario.

La necesidad de más capital en los bancos europeos dependerá en gran medida de cómo superen los tests de estrés que va a desarrollar el año que viene el Banco Central Europeo (BCE). Gurría lo sabe, y no se ha "mordido la lengua" a la hora de definir los primeros exámenes de este tipo que elaboró la entidad monetaria del Viejo Continente como exámenes que ni siquiera superaron “el test de la risa”. Gurría pide que estas nuevas pruebas, las terceras, den frutos y sean “extraordinariamente transparentes, severas y serias” con el fin de “tener credibilidad”.

Desde la organización de países desarrollados, ponen el foco en el crédito, que no volverá a fluir hasta que “se recapitalice la banca, pero también cuando se termine el proceso de la unión bancaria, cuando se defina quién va a regular a los bancos, quién va a supervisarlos y cómo se va a tratar el caso de que un banco quiebre”, el conocido como sistema de resolución bancaria. “Ya hay menos bancos en peligro”, ha reconocido Gurría, “pero no se ha normalizado el crédito” y el BCE debe reactivarlo.

Mientras en el mercado se especula acerca de cómo el BCE puede potenciar el crédito a las pymes, el secretario general de la OCDE ha matizado que el banco central no tiene autoridad para dirigir el comportamiento de los préstamos. En su opinión, son los Estados miembros los que deben hacer más e incluso “participar en el riesgo” para que el crédito vuelva a fluir. Las especulaciones apuntan a que el BCE podría rebajar por debajo de cero, es decir, situar en tasas negativas, el interés sobre los depósitos bancarios, para desincentivar a los bancos a aparcar su dinero en las arcas del BCE, en favor de prestarlo a pymes y particulares. Ahora, las entidades que depositan sus reservas en la autoridad monetaria reciben un interés mínimo, y una tasa negativa implicaría que tendrían que pagar.

M.G.