“En 2015-2016, el mercado hipotecario se había convertido en el principal motor de la economía china y a las autoridades del país les preocupaba claramente la tasa de crecimiento del crédito, sobre todo el vinculado a la denominada banca en la sombra que reflejaban las cifras totales de financiación social. Esta situación las llevó a restringir drásticamente la oferta de crédito no oficial, una medida que ha acabado generando un crecimiento del PIB nominal más normalizado y, por tanto, más lento”, explica Rob Marshall-Lee, responsable de renta variable asiática y emergente en la gestora Newton, parte del grupo BNY Mellon.
La deuda pública china equivale al 47,6% del PIB en 2017. La deuda del gobierno al PIB en China promedió el 29,75% desde 1995 hasta 2017, alcanzando un máximo histórico de 47,60% en 2017 y un mínimo histórico de 20,40% en China 1997, según Trading Economics. Aunque el problema es mayor puesto que la deuda de las empresas es del 160% de su PIB, mientras que en Estados Unidos supone el 75%.
El Ejecutivo de Xi Jinping lleva intentando reducir este apalancamiento durante tres años, disminuyendo la inversión en infraestructuras y maquinaria, lo que ha tenido el efecto de frenar la actividad industrial, a lo que hay que sumar el freno exportador por la guerra comercial con EEUU.
“China continúa reorientando su modelo económico de uno basado en la inversión en activos fijos a otro impulsado por el crecimiento del consumo, sobre todo en el sector servicios. Esta transformación está siendo liderada por empresas privadas que tienen por objetivo generar beneficios y que suelen ser menos intensivas en capital, a diferencia de lo vivido durante el ‘boom’ de los activos fijos, cuando los bancos estatales concedieron ingentes cantidades de crédito a otras entidades estatales y a promotores inmobiliarios financiados por el Estado”, comenta Marshall-Lee.
China ya ha tomado medidas apropiadas para estimular la economía, flexibilizando la política monetaria, impulsando los préstamos bancarios y recortando el impuesto a las rentas del trabajo. “A pesar del hecho de que los estímulos crediticios están siendo menos efectivos, creemos que China tiene las herramientas políticas necesarias para controlar su economía y no vemos probable un escenario de aterrizaje forzoso”, indica Thomas Rutz del equipo de inversión en mercados emergentes del banco de inversión alemán Main First.
Los tipos de interés actuales en China son del 4,35% y la inflación se sitúa en el 1,9%. Los gestores y analistas confían en que el Ejecutivo de Pekín tiene aún margen para seguir apoyando la economía a través de mayores recortes de impuestos y centrando todos sus esfuerzos en la sostenibilidad de la deuda. Además, pese al ruido en la negociación entre EEUU y China, el mercado ahora cree que se podrá alcanzar un acuerdo entre las dos potencias económicas, pese a que China tendrá que ser más cauteloso con los derechos de propiedad intelectual y jugar con la mismas reglas que EEUU.
“Es probable que este año se aceleren los acuerdos comerciales con los EEUU, y esto ya lo está cotizando el mercado con las subidas de las últimas semanas. Esto no quiere decir que veamos su desenlace este año pues Trump siempre aprieta cuando le dan la oportunidad, y por el tamaño de China es lógico que ya no se le trate como economía emergente y se le exija que juegue con las mismas reglas de propiedad intelectual que el resto. Además de lo positivo que sería un acuerdo, los malos datos macro podrían ser el catalizador de una vuelta de tuerca por parte del Banco Popular de China para lanzar incentivos que mantengan la fiesta de crecimiento por mucho tiempo, y margen para ello tienen”, apunta Hernando Lacave, analista de DIF Broker.
La renta variable china, atractiva y barata
Pese a la desaceleración, muchos gestores siguen viendo atractivo a la renta variable china y también a su renta fija. El MSCI China consigue un rendimiento anualizado en los últimos diez años del 10,6% frente al 10% del índice MSCI de mercados emergentes y al MSCI Europe con un 9,29%. Las acciones chinas se quedan, sin embargo, por detrás del 12,6% del S&P 500 o del 12,24% del Dow Jones. Por valoración, su ratio PER (precio-beneficio) es de 12,85 veces, que le de con unos precios más baratos que Europa.
“El índice chino sigue cotizando a un múltiplo de PER (ratio precio-beneficio) de consenso muy inferior al de la renta variable europea, lo que demuestra que las rentabilidades superiores han respondido en gran medida al crecimiento de los beneficios”, apunta Marshall-Lee.
Como es habitual, la selección es la clave para invertir en China, y en cualquier otro mercado de renta variable. A pesar de los vientos macroeconómicos en contra, Alibaba, Tencent y Ctrip están creciendo a un ritmo acelerado, “ya que la población relativamente joven de China está adoptando el comercio electrónico como si el efectivo no hubiera existido jamás. Mientras que la bolsa china pasó por un difícil 2018, las tendencias demográficas de largo plazo implican una historia atractiva para estas tres compañías bien posicionadas”, analiza Stephen Green, economista de Capital Group.