Reed Hastings aseguraba que ellos hacían todo lo posible por aislarse de la volatilidad de sus títulos en bolsa y afirma “la euforia de hoy recuerda mucho a la de 2003”. El directivo afirmaba “creemos que hay inversores que están entrando en la acción por su momentum y esto es lo que está elevando tanto el precio. Y no hay mucho que nosotros podamos hacer, pero creo que honestamente tengo que reflejar esto”
.

Netflix acababa de publicar unos resultados, muy por encima de las previsiones de los expertos. La acción se disparaba en el afterhours y llevaba la cotización de la empresa muy cerca de sus máximos históricos.

No hay que olvidar que Netflix había multiplicado por casi 5 veces su cotización en bolsa en un movimiento que algunos expertos consideraban que podría llevar el título a la cota de los 400 dólares. Demasiado para muchos.
El día de los resultados, Netflix anunciaba que su crecimiento fuera de Estados Unidos comenzaba a tomar cuerpo. Afirmaba que habían sobrepasado los 40 millones de suscriptores.

Evolución de Netflix en 12 meses


De nuevo el CEO de la compañía volvía a advertir a los inversores que se trataba de un buen dato, pero que ellos tenían la vista puesta en un objetivo más ambicioso, los 118 millones de suscriptores que tenía la cadena de televisión HBO.

Expansión internacional

Con todo, algunos expertos señalan que la expansión internacional es la vía de crecimiento de Netflix y que esa cifra podría conseguirse si la compañía obtiene un ratio de penetración en Europa parecido al de Estados Unidos (el 30% de los hogares). Además, señalan el potencial en Latinoamérica y Asia.

Sin embargo el directivo de la compañía seguía calmando los ánimos de los inversores. Y eso que algunos gurús ensalzados por los medios como el propio Jim Cramer afirmaban que sólo hay que fijarse en las cifras de suscripciones. “Si las cifras de resultados están por encima de las previsiones hay que comprar. Si no es así, hay que vender”.

Cramer se refería en un artículo en “TheStreet.com” a las palabras del CEO de Netflix tras los resultados “Si, esto recuerda a 2003. Si, se ha convertido en la última caveat emptor acción de Estados Unidos –cuidado con el comprador en latín-.” Y el gurú advertía “De la forma en la que los inversores “momentum” evalúan la acción, esta será buena hasta que se convierta en mala; subirá hasta que se desplome”. Y terminaba “uno compra esta acción por una razón: porque alguien la comprará más cara que tú”.

Lo que probablemente Jim Cramer no sabía en el momento en el que escribía esas palabras es que probablemente Carl Icahn, hasta el momento uno de los principales accionistas de la compañía estaba escuchando al CEO de Netflix.

Quizá justo en ese momento estaba marcando el teléfono para dar la orden de venta de la mitad de su participación en Netflix, una compañía en la que ya había obtenido una rentabilidad de más de un 450%.

Carl Icahn decidió desprenderse de 2,99 millones de acciones y quedarse con 2,67 millones más, alrededor de un 4,5% del capital de la compañía. En ese movimiento había conseguido ganar algo más de 800 millones de dólares.
El inversor no se ha deshecho del total de su participación por las desavenencias con su hijo Brett, que considera que Netflix aun sigue siendo una buena inversión.

“Como veterano que soy de siete mercados bajistas he aprendido que cuando has sido lo suficientemente listo o afortunado para conseguir una rentabilidad del 457% en sólo 14 meses es hora para retirar las fichas de la mesa”, afirmaba el veterano inversor.

Si Icahn no se deshizo de toda su participación fue quizá porque su hijo de 34 años y otros directivos de su fondo piensa que las acciones de la empresa siguen infravaloradas y que la empresa tiene mucho potencial para seguir captando clientes.

Netflix es una de las tres empresas que mejor se han comportado en bolsa en lo que va de año. ¿Qué pasaría si, tal y como afirma Cramer, cuando las ventas comienzan se convierten en desplomes?
¿Tendrán razón los que opinan como Brett Icahn?

Sólo un dato, el PER de Netflix para 2013 está situado en 131, lo que significa que si nada cambia se necesitarían 131 años para que los beneficios de la empresa justificaran la inversión.

¿Hay que seguir al mayor de los Icahn y recoger los beneficios de un trabajo bien hecho ahora que los frutos parecen tan apetecibles? Veremos