No hay que indagar demasiado en los archivos o en las hemerotecas para encontrar algunos ejemplos de cómo los famosos han borrado los límites del mercado asegurador. De modo que, en estos momentos, todo es asegurable si se paga la prima correspondiente. Desde la voz de Isabel Pantoja, pasando por las piernas de Mariah Carey y de algunos reconocidos futbolistas como
Zinedine Zidane, Ronaldo o Beckham, hasta llegar al dedo del guitarrista de los Rolling Stones, Keith Richards
, por citar sólo algunos ejemplos, están tasados por importantes compañías aseguradoras.Y es que este ámbito del sector terciario no podía ser una excepción a la confluencia de oferta y demanda que domina el mercado capitalista, de modo que ya ofrece productos a la medida de cada cliente. Ahora de lo único que se trata es de buscar la compañía dispuesta a asumir el riesgo y cumplir las obligaciones en caso de siniestro para cada cualidad asegurada. Y cuidado, porque cada persona es diferente y, como si de un mero objeto se tratase, la tasación de lo asegurado dependerá de muchos factores “objetivos”.En principio, este servicio trata de dar cobertura a determinadas partes del cuerpo del tomador que constituyen su principal fuente de ingresos, esto es, su herramienta principal de trabajo. Así, la tenista Ana Kournikova aseguraba sus brazos por la friolera de 4 millones de dólares, a la par que su pareja, el cantante Enrique Iglesias ponía precio a su voz seguido por algunos de su gremio como Chayanne o Luis Miguel, mientras algunas modelos como Valeria Mazza, Elle McPherson, alias “el cuerpo”, o Claudia Schiffer contrataban pólizas que diesen cobertura a su imagen física.Se trata, en definitiva, de hacer frente a un tipo de invalidez no tradicional que impida al asegurado seguir ejerciendo su profesión o hacerlo con limitaciones. Este sería el caso, por ejemplo, de un futbolista que viese limitada su capacidad física por accidente y no pudiese jugar partidos completos aunque sí tiempos parciales. La base de este ámbito de especialización es, pues, la adaptación del concepto de invalidez a cada actividad… o a cada persona o entidad.Publicidad y marketing dominan la escena y hacen que las compañías aseguradoras extremen su especialización. De ahí que, paradójicamente, la imagen del madridista Beckham esté valorada en 40 millones de dólares, superando a la tasación de sus futboleras piernas, o que las extremidades inferiores de Mariah Carey, imagen de Gillette, valgan más que su voz. Así como también se aseguran los sponsors e inversiones publicitarias contra casos en que las expectativas del equipo o personaje protagonista no sean satisfechas, aminorando así el efecto de la campaña. Pero esto no es todo, ya que también hay quienes contratan pólizas especiales por capricho, como Jennifer López que hizo lo propio con su trasero, uno de los más valorados por el público… y por las aseguradoras. Pero no piensen que esto forma parte de la historia reciente. Bo Derek ya aseguró su cuerpo en los ochenta por un millón de dólares; en la mitad, tanto Samantha Fox como Sabrina, valoraron sus respectivas delanteras; The Beatles tomaron sendas pólizas para que sus esposas recibiesen 250 millones de dólares cada una en caso de fallecimiento, y la famosa Ángel de Charlie, Farrah Fawcet, tasó su impecable dentadura en 250.000 dólares. Y esto sin hacer mención a las míticas piernas de Betty Grable, que ya en 1.943 se cotizaban en 250.000 dólares. En el mercado global, la empresa que ofrezca un mayor abanico de servicios se convertirá en la más especializada y, probablemente, en la más demandada. El ámbito de actuación no frena su crecimiento y, como José María Galilea, director gerente del grupo Galilea, afirma, “la filosofía del seguro tiende a equilibrar el presupuesto de todo el mundo”. Estamos ante un problema estadístico que hace que este ámbito cada vez se generalice más puesto que el aumento en el número de pólizas altamente especializadas suele ser inversamente proporcional a las personas que requieren su materialización. Y con ello, aunque no cualquiera pueda permitirse el capricho, cada vez es más asequible asegurar aquella parte de su cuerpo que usted más aprecie.