“Como todos los seres humanos, los inversores no siempre toman decisiones racionales”. Esa es una de las frases que se puede destacar del encuentro conducido por Ana Cuddeford,
especialista de inversiones del equipo de Multi-Activos de M&G, y que abre paso a una de las cuestiones que muchos analistas se formulan. Por ejemplo, cómo lograr el equilibrio entre lo emocional para poder afrontar con la mejor de las garantías episodios negros en términos bursátiles como el Brexit.

Desde el punto de vista de la analista, en su opinión “los expertos rara vez tienden una mayor para pronosticar el futuro”, por lo cual es de “vital importancia” identificar “fases dominadas por las emociones del mercado”. De esta forma la interpretación de esos episodios “puede darnos una ventaja a la hora de construir una cartera”.

Así, es primordial identificar los eventos que pueden distorsionar a los mercados, como fue el caso del referéndum del Reino Unido. Desde el punto de vista de Cudderford “cuando ocurren acontecimientos como el Brexit es cuando los inversores toman posiciones más con la emoción”. Por eso, es partidaria de evitar invertir “dentro del ojo del huracán” y esperar a que las aguas se calmen.

Lo primero de todo es mirar hacia un horizonte temporal más lejano “de 12 meses vista”, donde podamos esquematizar de mejor manera los eventos más importantes del año y hacer un análisis fundamental de mayores garantías. Según valoró “hay que ver todos los datos desde un punto de vista cínico y eso nos ayudará a la toma de decisiones”.

Es por ello que es importante identificar lo que llama “episodios”. Así, un episodio sería aquello “que hace que el mercado se comporte de manera irracional y no basándose en los fundamentales”. Algo que obliga a ser bastante cautos y a su identificación previa reduciendo riesgo en la cartera ante la posibilidad de que se produzca algo catastrófico, como en este caso ha sido.

En base a esto su estrategia se divide en varios puntos. El primero de todos es que realizan una “evaluación estratégica”. Se centran en la valoración de los activos para después realizar un análisis fundamental. A continuación desempeñan una evaluación táctica, en la que se fijan “en el comportamiento que están tomando los inversores para tomar posiciones” además de en la volatilidad que refleja el mercado. Y, por último, construyen la cartera estableciendo “objetivos muy concretos” y gestionando esos futuros riesgos.

Como un hecho ejemplificador de esta estrategia es la inversión en bancos estadounidenses. Un país que se encuentra con un aspecto sólido. El sector financiero norteamericano cotiza a un precio valor en libros que está a la mitad de la media del S&P 500, lo cual “lo hace muy interesante en estos momentos”.