Lale Akoner, estratega de mercados del BNY Mellon Investment Management reconoce que los problemas de Turquía se han estado gestando durante años:
- Turquía ha sido uno de los países emergentes más vulnerables desde 2013 con problemas principalmente en su economía: desbalances en la macro, incertidumbre política, el banco central sin querer subir los tipos (al calor de una inflación elevada) atribuido a su falta de independencia y, en un sentido más amplio, de política heterodoxa.
- Siguiendo con esto, es probable que la inflación turca aumente, presionando a la economía a una recesión que iría acompañada de una posible crisis bancaria. Mucha de la incertidumbre está focalizada en los bancos turcos, que han recurrido cada vez más a los mercados extranjeros para financiar sus préstamos internos (en torno a un tercio de los préstamos bancarios, mayoritariamente a empresas, se hace en divisas extranjeras)
- Aunque la debilidad en Turquía podría ser otro viento en contra para los activos emergentes en general, es probable que el impacto sobre las economías emergentes sea más limitado. En general, estos países que solían compartir una vulnerabilidad similar con Turquía (por ejemplo, los cinco países frágiles – Brasil, India, Indonesia y Sudáfrica tienen todos elevados déficits por cuenta corriente y sufrieron las caídas de la divisa durante el taper tantrum) han mejorado sus fundamentales desde este evento. Por lo tanto, bajo nuestro punto de vista, Turquía es la excepción y no la norma, y no necesariamente una demostración de la complejidad de los emergentes. Sin embargo, lo que es un riesgo idiosincrático para Turquía alimenta el sentimiento negativo sobre los países emergentes en general.
Esto vuelve a traer la preocupación que tienen los inversores sobre los mercados emergentes: el agotamiento de la liquidez a nivel global a través del endurecimiento del banco central del G-4 podría dificultar las condiciones financieras para estos países. Junto a esta preocupación estarían las incertidumbres en torno a la guerra comercial EEUU-China. (Ver: Turquía, o la excusa perfecta para retirarse de los emergentes)
Efecto sobre los mercados desarrollados: aunque pensamos que puede haber riesgo de contagio sobre los bancos extranjeros (principalmente en Europa), no vemos un gran impacto directo. De hecho, la última crisis turca incrementó el sentimiento negativo sobre los bancos italianos y la incertidumbre política.
Los problemas de Turquía han tenido varias consecuencias: han afectado negativamente a los mercados globales en los dos últimos días, el euro ha marcado su nivel más bajo contra el dólar desde julio de 2017 y las acciones bancarias han tenido un proceso de venta.
La exposición dominante a Turquía a través de préstamos bancarios se encuentra en Europa. Tomando como base un país, la exposición de los bancos españoles a Turquía es de aproximadamente el 6% del PIB español, gran parte de la cual se debe a la participación del BBVA, que es el segundo banco privado más grande de Turquía. La exposición de Italia y Francia es pequeña mientras que la de Reino Unido y Estados Unidos es insignificante. La exposición a Turquía a través de enlaces comerciales también es bastante pequeña (la mayoría son países vecinos de Europa del Este) (Ver: El agosto horribilis de la banca: cuatro de los seis peores del Ibex en 2018 son bancos)
El riesgo sobre el sector bancario europeo se concentra en unas pocas entidades (BBVA, Unicredit y BNP Paribas). Financial Times publicaba un artículo el pasado 10 de agosto ensalzando la preocupación de los inversiones, donde reconocía la preocupación del Mecanismo único de supervisión del BCE por la exposición de estas tres entidades a Turquía.
Entre los tres bancos, BBVA (en torno a un 14% de los préstamos expuestos a Turquía) y Unicredit (con un 4% de su prestamos expuestos a la región) son los que tienen un mayor riesgo por su exposición a Turquía. Y otro punto a tener en cuenta es que ambas regiones están en la “Europa periférica”.
Como conclusión, dice este experto, los problemas a los que se enfrenta Turquía no se resolverán a corto plazo. Si bien el impacto económico es limitado, incrementa los riesgos en torno a los emergentes, como el crecimiento de China, las incertidumbres comerciales y el ajuste de la liquidez global.