ayudas política europea por el covid

Es pronto para evaluar la efectividad de las medidas, pero el diagnóstico acertado sobre la naturaleza de la crisis y la agilidad y coordinación que han demostrado gobiernos y bancos centrales en la respuesta pueden haber limitado los daños estructurales de la hibernación. Aunque, a partir de ahora, todo se complica, pues hay que bajar de la macro a la micro y compatibilizar las necesidades sectoriales.

De momento, Alemania ha dado un paso más, al anunciar un plan de estímulo fiscal que combinará bajadas de impuestos, ayudas sectoriales (estímulos a la compra de vehículos eléctricos), beneficios para familias con hijos, etc. El valor total del paquete equivale al 4% del PIB y destaca la bajada del IVA hasta finales de 2020, tanto en el tipo general (del 19% al 16%), como en el reducido (del 7% al 5%), además del establecimiento de un tope a las cotizaciones sociales (40% del salario). Alemania refuerza su liderazgo europeo en la respuesta a la crisis, con un enfoque totalmente diferente al de hace una década. El país tiene una gran margen fiscal y está mostrando una actitud decidida para usarlo, lo que acabará beneficiando a toda la UEM.

Este nuevo estímulo aprobado esta semana eleva al 40% del PIB el total de las medidas comprometidas (aunque está por ver que se utilice en su totalidad) y tiene un diseño bien estudiado, combinando recortes de impuestos y aumentos de gasto para reforzar la demanda rápidamente, a la vez que intenta dar respuesta a algunas de las debilidades estructurales de la economía alemana (renovar infraestructuras, digitalización y apoyar el salto a la electrificación del sector automovilístico) y ayudar a los sectores que más están sufriendo (ocio y hostelería). Una Alemania proactiva, trabajando para la recuperación internamente y apoyando los plantes conjuntos, como el Fondo de Reconstrucción, es la mejor noticia para Europa.

Además, la semana pasada era el turno del BCE y no ha dudado en ampliar la potencia de fuego de sus medidas, para asegurar que las condiciones financieras en la zona euro seguirán siendo lo suficientemente laxas. Algo fundamental para los próximos meses, teniendo en cuenta que ha revisado a la baja la previsión de crecimiento para la zona euro (-8,7% en 2020, 5,2% en 2021 y 3,3% en 2022) y, también, la de inflación (0,3% en 2020, 0,8% en 2021 y 1,3% en 2022). En este escenario central, los niveles de PIB de antes de la crisis no se recuperarían hasta finales de 2022, dato que por sí solo justificaría la nueva batería de medidas anunciadas.

Apoyos de la autoridad monetaria

Los principales cambios vienen por la ampliación (muy probablemente no será la última) del programa PEPP en 600.000 millones de euros, hasta totalizar 1,35 billones de euros. Las compras se van a realizar hasta como mínimo junio de 2021 y la reinversión de los títulos se ejecutará hasta diciembre de 2022. La gestión del tamaño de balance del banco central va a ser clave para la digestión del inevitable aumento de la deuda que se producirá en todos los países de la zona euro. Ahora mismo, la dimensión del balance del BCE es de 5,6 billones de euros (46,6% del PIB europeo frente al 110% en el caso del Banco de Japón), con una subida de 6,6 puntos porcentuales de PIB desde principios de año. La partida de valores se sitúa en los 3,24 billones de euros (deuda pública más renta fija privada) y se aproximará a los 4 billones en los próximos 12 meses.

Por tanto, a corto plazo los tesoros van a seguir teniendo un apoyo importante por parte de la autoridad monetaria para cubrir sus necesidades de financiación, al eliminar el riesgo de fragmentación, lo que ha reforzado la confianza en la deuda periférica, con una caída de las primas de riesgo de 30 pb en Grecia, 20 pb en Italia y 15 pb en España. Con los datos publicados esta semana, el BCE tiene casi 300.000 millones de euros de deuda pública española (sumando todos los programas) y a mediados del año que viene esa cifra se podría acercar a los 400.000 millones de euros.

Como curiosidad, dentro del programa PEPP, entre los países con compras superiores a su clave de capital estarían España, Italia, Alemania y Holanda. Finalmente, reseñar que el mensaje de Lagarde es claro, el BCE no se va a someter a presiones externas y seguirá buscando acercarse a su objetivo de inflación, manteniendo un adecuado funcionamiento del canal de transmisión de la política monetaria.

De momento, el flujo de crédito a empresas en la zona euro se ha comportado de manera muy positiva desde el inicio de la crisis, gracias al reforzamiento de las líneas de liquidez por parte del BCE y a los programas de avales. Las nuevas operaciones de crédito a empresas crecieron en términos interanuales en la región un 30,1% en abril, hasta los 309.700 millones de euros.

En el caso de España, el importe del crédito nuevo concedido en abril al sector empresarial se elevó a 52.100 millones de euros, el más alto desde mediados de 2011 y el más elevado en términos relativos entre los grandes países de la región. De hecho, la banca española alcanza una cuota en nuevo crédito en la eurozona en el mes de abril muy superior al que le corresponde en saldo vivo, 17% vs. 10%, respectivamente.

Para finalizar, reseñar la apreciación del euro frente al dólar durante las últimas 8 sesiones, hasta niveles de 1,133, lo que refleja una opinión positiva de los mercados financieros sobre la respuesta que están dando las autoridades europeas a la crisis.