José Luis Cava, en primer lugar, analiza la situación del mercado inmobiliario, que califica como un “tema muy delicado” porque “nuestros jóvenes no pueden acceder a comprar su primera vivienda”. Cava identifica dos causas principales del encarecimiento: “la escasez de oferta” y el exceso de liquidez en los mercados. Explica que muchos inversores compran viviendas “para luego alquilarlas”, lo que eleva los precios y deja fuera a quienes buscan un hogar en propiedad.
Comparando el precio de un piso de dos habitaciones en Madrid o Barcelona —unos 400.000 euros— con los ingresos de un hogar medio (70.000 euros brutos anuales), obtiene una relación de cinco veces los ingresos, superior a la de 2006-2008, cuando era de cuatro. “Por lo tanto, es muy probable que estemos en burbuja”, señala, aunque matiza que la situación actual difiere de la anterior por la “abundante liquidez” y los tipos de interés a la baja.
Cava advierte que los fondos de inversión y grandes patrimonios “compran viviendas como refugio frente a la degradación monetaria”, lo que agrava el problema. “En Madrid, el 20% de las viviendas son adquiridas por este grupo; en Barcelona, entre el 12% y el 13%”, apunta. A su juicio, la solución pasa por “liberar terrenos, agilizar permisos y fomentar inversiones”, recordando que existe “una correlación inversa entre el precio de los pisos y la natalidad: si bajan los precios, nuestros jóvenes tendrán niños”. Sin embargo, sentencia: “Ya es tarde. No tenemos asegurado el relevo generacional”.
También propone limitar la compra de viviendas destinadas al alquiler y critica que no se haga porque “es una decisión política” y “las élites dominantes no quieren facilitar el acceso a la vivienda a los jóvenes”. En su opinión, estas políticas buscan “mantener a los jóvenes en la rueda, como el ratoncito que sigue dando vueltas”. Concluye que, mientras “la liquidez global siga creciendo y los tipos de interés bajando, los precios de la vivienda seguirán subiendo”, y solo una contracción monetaria podría provocar una corrección.
A continuación, aborda la guerra monetaria entre Estados Unidos y China. Aunque recuerda que ambos países están enfrentados en múltiples frentes, centra su análisis en el financiero. Aclara que “China no quiere destronar al dólar”, sino “construir su propio sistema financiero” basado en el yuan y respaldado por oro. “China le dice al mundo: confíe en mi yuan, porque tengo reservas de oro”, explica, destacando que el país permite canjear yuanes por oro en la Bolsa de Shanghái. Según el experto, “China está evolucionando hacia una especie de patrón oro moderno”.
En contraste, Estados Unidos impulsa una stablecoin respaldada por bonos del Tesoro: “Confíen en mí, tengo un mercado de renta fija profundo y con gran liquidez”. Con ello, compite por el ahorro mundial. En cambio, Europa, ironiza, “se dedica a hacer jardines de jubilados”, sin participar realmente en la carrera monetaria global.
Finalmente, dedica su “maldad” al franco suizo. Muestra un gráfico donde identifica una resistencia clara entre 1,087 y 1,08 euros por franco, y acusa al Banco Nacional de Suiza de manipular la divisa: “Cada vez que llega a esa zona, vende”. Señala que el rango de fluctuación se estrecha y que, “si el triángulo se rompe al alza, probablemente habría un colapso o una crisis en Europa”. Advierte de que una superación del nivel 1,07 del euro frente al franco podría marcar “una huida hacia la seguridad, escapando de las élites europeas, que lo único que persiguen es controlarnos y empobrecernos para que veamos la tele en casa”.
