Por Austin Kelley
THE WALL STREET JOURNAL

Cuando el Barcelona eliminó al Chelsea y se clasificó para la final de la Champions League -con algo de ayuda por el mal arbitraje-, la prensa española dijo que fue producto de la justicia celestial.

"A veces el fútbol es generoso con los equipos virtuosos", escribió Ramón Besa en El País, "y cruel con los malvados".

El Barcelona no sólo tiene orden, sino que es intelectualmente superior, según su lateral derecho brasileño Daniel Alves, que se atrevió a decir a la prensa que ningún equipo inglés tiene la inteligencia del Barcelona.

El brasileño, que se perderá la final contra el Manchester por sanción, tiene claro cómo evitar una victoria de los ingleses en Roma. "Utilizaremos nuestra inteligencia para contrarrestar su fuerza. La mente superará al cuerpo".

Se podría pensar casi que Lionel Messi y sus compañeros del Barça son gurús, no jugadores de fútbol.

El FC Barcelona ha sido muy elogiado en la prensa. El equipo es el símbolo del catalanismo y se distingue del resto por su estilo sobre el terreno de juego.

Sin embargo, esta etiqueta se encuadra dentro del renacer del deporte español. Después de décadas de una relativa escasez de éxitos, España se ha reivindicado como una superpotencia internacional en el deporte. Puede presumir de tener el equipo de fútbol que ocupa la primera plaza del ranking mundial, los tres últimos vencedores del Tour de Francia, la selección campeona del mundo de baloncesto, el número uno del tenis mundial, Rafael Nadal, y a un bicampeón de Fórmula Uno, Fernando Alonso. Y como consecuencia, los aficionados al deporte españoles no caben en sí de orgullo.

El año pasado, el diario deportivo Marca proclamó la llegada de un segundo Siglo de Oro, comparando los recientes éxitos del deporte español con los siglos XVI y XVII en España, cuando "el país vivió su cúspide cultural en la que florecieron todas los artes" y "el estilo español se extendió por todo el mundo". En otro titular, calificó al equipo de tenis ganador de la Copa Davis como la "Armada Invencible".

"Cada semana se documenta un nuevo triunfo del deporte español", señala Santiago Segurola, subdirector de Marca, "y estos triunfos son contagiosos, en especial para las generaciones más jóvenes".

El Barcelona, que no es el equipo nacional por excelencia, sin embargo, se ha ganado el apoyo de periódicos como Marca, que normalmente tiende a ser más afín a su rival, el Real Madrid. "Incluso los aficionados del Real Madrid han reconocido el dominio del Barcelona este año", apunta Segurola.

Parte de este apoyo se debe a la consecución de la Eurocopa por la selección española el año pasado. "La selección española ", dice Segurola, "tenía a varios jugadores del Barça que definieron el estilo del equipo, un estilo único en su creatividad por sus notables diferencias respecto al resto de equipos".

Los aficionados españoles piden más que triunfos; quieren que sus equipos jueguen de una manera determinada. El Real Madrid, por ejemplo, ha destituido entrenadores en varias ocasiones antes del final del campeonato liguero porque sus equipos no daban espectáculo ni eran lo suficientemente ofensivos. Como una vez dijo su ex presidente Ramón Calderón, el equipo "no puede tener un entrenador que se contente con ganar siempre 1-0".

Algunos ven una conexión entre el énfasis por jugar buen fútbol y la tradición taurina, en la que el "resultado" se conoce de antemano. "No se trata sólo de matar al toro; es la forma como lo haces", comenta John Carlin, redactor de deportes en Madrid.

Antes de la Eurocopa de 2008, en la anterior edición del torneo en 2004, algunos aficionados españoles sentían que su equipo definitivamente era incapaz, mientras que otros lamentaban que siempre jugaban bien pero sin eficacia.

"España siempre se ha quedado en el camino", apunta Carlin. "España ha jugado bien durante años y años y ha merecido ganar a los puntos, pero nunca supo dar el golpe definitivo".

El estilo de fútbol español, comenta Segurola, se caracteriza por un "alto porcentaje de posesión del balón, centrocampistas con una técnica superior y habilidades creativas orientadas hacia un estilo ofensivo con delanteros rápidos y ágiles". Y de pronto España pudo finalmente volar como una mariposa y picar como una abeja.

Todos estos éxitos son resultado de mucha preparación y dinero invertido. Desde la década de los ochenta, el número y calidad de los centros de entrenamiento en España ha aumentado mucho. Esto se debe en parte al Plan de ayuda al deporte olímpico de la Asociación de Deportes Olímpicos, o Plan ADO, organismo con capital público y privado para financiar el deporte que se creó para las Olimpiadas de Barcelona en 1992.

Además, la actual generación de atletas ha crecido en un país cada vez más próspero, con mejor nivel de nutrición y excelentes instalaciones deportivas. Los resultados son evidentes en deportistas más altos y en mejores condiciones físicas que los del pasado.

Las Olimpiadas, en las que España consiguió 22 medallas, también aumentaron la confianza de los españoles. Según Segurola, "el éxito de Barcelona '92 (...) cambió la percepción de España en el mundo y la de España sobre sí misma".


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