Lenta y paulatinamente. Hilando fino y con buen pulso. La industria automovilística ha sufrido una gran transformación desde el 2006 que ha llevado a tener un volumen de negocio, actualmente, de niveles anteriores a la crisis económica, allá por el año 2008. Las compañías europeas, estadounidenses y japonesas, siguen buscando la mejor forma de engrosar los beneficios después de este año, pero ¿qué es lo que se espera de este sector para el 2014?
La respuesta para la mayoría de los analistas es que se debe tener mucho cuidado con la industria del automóvil. Concretamente, para los analistas de Morgan Stanley su situación es peor de lo que parece fundamentándose en tres factores distintos: Crédito, factor divisa y capacidad de las empresas
. Sin ir más lejos, el volumen de negocio de Norteamérica ha superado más del 100% de su capacidad desde que entró la crisis económica. De otra forma, ha existido una sobreproducción.
En esta línea, el descenso del crédito y la estabilización de las hipotecas de alto riesgo a los niveles previos a la recesión, ha supuesto que el préstamo concedido para la compra de vehículos tenga la duración más alta de su historia. Asimismo, la normalización de los precios de los automóviles de segunda mano y la debilidad del yen podría hacer de 2014 un año difícil, para los analistas de esta entidad financiera.
Centrándose en la calidad del crédito, cabe destacar que está disminuyendo desde los niveles récord. La calidad crediticia para la adquisición de nuevos coches todavía está funcionando muy bien en su sentido histórico. Sin embargo, de cara al futuro los analistas de Morgan Stanley consideran que la caída de los precios de coches de segunda mano, unido al aumento de los tipos de interés, perjudicaría a esta industria en Estados Unidos. Por este motivo Europa tiene mejor recorrido para mejorar en este sector.
Los créditos de alto riesgo estadounidense, por ejemplo, suponen en estos momentos el 13 % de las ventas de automóviles en total en el mercado de Estados Unidos, lo que supone el regreso a los máximos previos a la crisis que se vieron vistos en 2006, además de un fuerte aumento de los mínimos del 2% a finales de 2008 y el 4% a principios de 2009. Esto podría debilitar a las automovilísticas del país norteamericano el próximo año por el descenso de la demanda al agravarse el nivel de endeudamiento, por lo que Ford, General Motors y Chrysler sufrirían un impacto en los próximos ejercicios.
Además, los precios de los vehículos usados están demasiado altos y tienen gran capacidad para reducirse. Para ser más exactos, podrían ver una corrección de entre el 15% y el 20% al otro lado del Atlántico por el exceso de producción. Pero por primera vez desde la recesión, la capacidad del sector para producir vehículos está creciendo más rápido que la demanda. Esto afectaría a las compañías de Detroit, principalmente.
Por otro lado, es importante para la industria el efecto divisa. Sobre todo entre el dólar y el yen. Según los expertos de la entidad financiera: “El alto grado de producción de automóviles japoneses trasplantado a Estados Unidos reduce sustancialmente el impacto de la debilidad de la moneda japonesa a una mera traducción de los beneficios en lugar del impacto que tenga la transacción”.
El debilitamiento del 25% de la divisa nipona es un hándicap al que también se enfrenta la industria. Cada vez se observa con mayor frecuencia que en el mercado hay un alto grado de producción de automóviles japoneses en Estados Unidos. En un primer lugar esto se podría ver como algo positivo para las empresas asiáticas, principalmente, en cuanto al incremento de sus beneficios. Pero para Morgan Stanley no es así. “¿Cómo se puede explicar entonces los 40.000 millones de dólares antes de impuestos de los las 11 automovilísticas más importantes japonesas entre 2008 y 2012?”; cuestionan.
Así pues, a pesar del 80% de las ventas trasplantadas a Norteamérica, el movimiento del yen vale más de 4.000 dólares unidad para compañías como Mazda, Mitsubishi y Fuji Heavy, de acuerdo con el trabajo de investigación de Morgan Stanley. La entidad bancaria considera que la industria nipona podría empezar a tener un escenario favorable a mediados de 2014, mientras que la estadounidense sigue generando muchas dudas en cuanto a su comportamiento próximo.