Del 28 de enero y al 1 de febrero, en la ciudad suiza de Davos. Un año más, esta localidad helvética se blinda para acoger el encuentro internacional del Foro Económico Mundial, en el que más de 40 jefes de estado o de gobierno y los principales líderes económicos del mundo se afanarán en buscar soluciones a la recesión que asola buena parte de las economías desarrolladas. Este año, la cita adquiere especial interés a tenor de las dimensiones que ha cobrado la crisis económica global. No en vano el Foro lleva por lema este año “Redibujar el mundo de la post-crisis”. Pero…¿son efectivos este tipo de encuentros? La mayoría de expertos cree que no, al margen de servir como “foco generador de contactos” o como “laborarorio de ideas”. La teoría de un Foro como el de Davos no le disgusta a
José María Gay, profesor de la Universidad de Barcelona y de la EAE, “porque sirve para hacer un contraste de opiniones, para conocer puntos de vista y para hacer aportaciones (…), otra cosa es si realmente son o no un oráculo”. Y al margen de que puedan serlo o no –en la Cumbre pasada allí se advirtió de que EE.UU. se encaminaba hacia una recesión de no tomarse medidas fiscales y de cooperación- el principal problema de este tipo de Cumbres es pasar de la teoría a la práctica. “El problema es cómo se traduce lo que se habla en estas cumbres a la empresa que levanta y baja cada día su persiana”, señala Gay. A su juicio, “quienes acuden a estas citas ven las cosas a menudo desde una perspectiva muy elevada y, a veces, es necesario bajar más a ras del suelo”. En definitiva, “se propone, se recomienda…pero falta praxis”, concluye.
Teoría sí…pero no práctica
En la misma línea de falta de efectividad insiste Juan Carlos Martínez Lázaro, profesor de economía del IE Bussiness School. De hecho, señala que las conclusiones de Foros como el de Davos “son muchas veces cartas a los Reyes Magos”, sobre todo porque en los últimos años “se han incluido en su agenda temas de cooperación internacional, de reducción de la pobreza, de ayuda al desarrollo o de mejora de los efectos perniciosos de la globalización que, al final, no pasan se ser buenas intenciones”. Buenas ideas que quedan muy bien en los discursos de quien “incluso encuentra una forma de promoción personal en estas citas”. Una ampliación de temas a discutir que se ha hecho como un guiño para esquivar la principal crítica que, según Martínez Lázaro, siembre se le ha hecho a Davos: “la de ser una especie de elemento propagador del neoliberalismo y de recetas neoliberales”.
Bastante más pesimista se muestra Vicente Boceta, economista del Estado, quien cree que “cada vez que se reúnen jefes de estado y mandatarios económicos en estos foros es un constante bla, bla, bla” porque “estas reuniones solo valen para lo que valen, que es para conocerse y hablarse, nada más”. Y más en un momento de crisis como el actual en el que, a su juicio, las medidas que se están tomando tanto en Europa como en EE.UU. para salir de la grave situación económica en la que nos encontramos “no sólo son inútiles, sino contraproducentes”. “Dado que quienes allí se reúnen sólo buscan más poder y el poder económico implica más intervencionismo…pues no van a resolver nada”, asegura.
Crisis desconocida y veloz
Este año más de 40 jefes de Estado y de gobierno participarán en la 39 edición del Foro Económico Mundial, más del doble de lo que suele ser habitual. Entre ellos se espera a la canciller alemana Angela Merkel, al primer ministro ruso, Vladimir Putin o a su homólogo chino, Wen Jiabao junto a otros 2.500 líderes mundiales, según Klaus Schwab, presidente y fundador del evento. Un Klaus Schwab que ha comparado la crisis económica actual con una autopista “con coches Ferrari a 200 kilómetros por hora mientras otros conducían de forma razonable. Y al final se produjo una enorme colisión en cadena”. “Los gobiernos han actuado como ambulancias, los pacientes están actualmente en el hospital –señala- y Davos tiene ahora el papel de centro de convalecencia”. Palabras que dejan a las claras que no son pocas las expectativas que se tienen puestas este año en la reunión. Un encuentro que se quiere “vender” como preparador de la próxima Cumbre del G-20 que se celebrará a principios de abril en Londres. Veremos qué sale de ello.
Entre tanto, lo que ya se ha hecho para solucionar la situación económica más difícil que vive el mundo desde la Gran Depresión del 29 no parece detener la hemorragia, por seguir con el símil propuesto por el fundador del Foro de Davos. Pero, según Juan Carlos Lázaro, “hay que tener en cuenta que estamos ante una situación muy difícil y desconocida. Nos cuesta entender lo que está pasando y por tanto aplicar las medidas necesarias para atajarlo”. En este sentido, constata que “todos los gobiernos están empleando medidas de prueba y error, (…) se están copiando unos a otros” y tomando medidas, en algunos casos, que luego se han demostrado desacertadas. Bajo este prisma destaca que se ha criticado mucho que el gobierno estadounidense dejase caer a Lehman Brothers o que el BCE subiese los tipos de interés en julio del año pasado.
Para José María Gay, profesor de la Universidad de Barcelona y de la EAE, ha habido “falta de cintura por parte de los gobiernos para reaccionar”, pero reconoce en su descarga que “esta crisis ha corrido muy rápido” y que “eso es un poco culpa de Internet”, ya que la red de redes hace que podamos saber casi al instante lo que ocurre en el lugar más remoto del mundo. Este experto subraya que el efecto de propagación y de velocidad de la crisis ha sido tremendo y “ha creado una gran bola de nieve y una situación de pánico en la que incluso la gente ya te pregunta si el Santander aguantará (…)”. Por eso cree que hay que sacar un par de lecciones de todo esto. Primera, que “no hay que meterse en camisas de once varas e invertir en cosas que no se conocen”. Segunda, que estamos ante una crisis alimentada por el endeudamiento y el dinero fácil “en la que nos hemos dado cuenta de que vivir apalancado tiene sus inconvenientes”.
En Davos se hablará sin duda no sólo de las medidas que se han tomado ya para atajar la crisis, también de las que se pueden y deben tomar a partir de ahora, una vez comprobado que las inyecciones de liquidez no han servido como se esperaba. En este punto, Vicente Boceta recuerda que "inyectar capital en un momento normal sirve para crear inflación" (...), algo que ahora no está ocurriendo "porque la inflación se crea más bien por el aumento de la base monetaria (que es liquidez más créditos)". "Y como los créditos están reducidos a cero, por más que se inyecte liquidez, se la quedan los bancos para sanear sus balances". Este economista del Estado también se muestra radicalmente contrario a las intervenciones de los estados. A su juicio, lo que habría que hacer "es bajar impuestos y reducir drásticamente el gasto público". Estas y otras posibles alternativas serán el eje del Foro Económico Mundial de la semana que viene en el enclave suizo de Davos. Una cita en la que los líderes políticos y económicos mundiales “tratarán de poner toda la carne sobre el asador”, según el profesor de la IE Bussiness School, Juan Carlos Martínez Lázaro, “aunque probablemente no sea con las recetas adecuadas”. Mucho pesimismo, por tanto, rodea el inicio de esta Cumbre, la primera con Barack Obama y su efecto motivador en la Casa Blanca. Esperemos que la "marea de optimismo" que le rodea al inicio de su mandato pueda "salpicar" Davos en los próximos días.

