¡Preparados, listos… ya! Todo está bajo control. Los Juegos Olímpicos en la ciudad brasileña inician su puesta de largo. Hasta 206 países competirán por hacerse con los metales que están en disputa en una cita que cada cuatro años arroja luz al verano para el mundo del deporte. Como siempre, las Olimpiadas emergen como el evento que reúne la filosofía del esfuerzo, de la solidaridad y de la imagen de marca de las diferentes regiones que se hallan en la competición. Sin embargo, esta gran cita también sirve para ver el impacto económico y las repercusiones en términos de cifras. Principalmente porque en el horizonte no muy lejano tenemos el caso de Atenas 2004, que no supusieron a Grecia una gran inyección monetaria, sino más bien lo contrario en el largo plazo.  

Para Moody’s, una de las agencias crediticias más importantes del mundo,
la presente edición de los JJOO de verano supondrá una mejora para la ciudad que los acoge, principalmente en cuestiones de infraestructura e ingresos tributarios. Por el contrario, este impacto “será temporal”, tal y como explica el equipo de análisis de Caixabank. Es decir, “se limitará a la duración del evento y una vez que finalice el país volverá a la recesión económica en la cual está inmersa actualmente”.

Río de Janeiro espera acoger a más de 350.000 personas a lo largo del mes de agosto, las fechas en las que se celebra la competición, lo cual tendría un impacto positivo en materia de “recaudación de impuestos”, según estima la agencia de calificación internacional.

Desde que se anunció que el país sudamericano albergaría esta edición de los Juegos, Brasil ha realizado una inversión total de 7.100 millones de dólares en infraestructuras, una cifra que se equipara al gasto total que supuso la celebración de la Copa del Mundo de Fútbol organizada por el mismo país en el año 2014 y que abarcaba un total de 12 ciudades. Esta ha sido, según Moody’s, “una de las mayores inyecciones en la economía brasileña”.

El retorno se queda corto

Tal y como apunta el equipo de análisis de Goldman Sachs, las inversiones relacionadas con los Juegos Olímpicos han sido “demasiado pequeñas como para levantas una gran economía” como es la brasileña. La entidad norteamericana señala que es una oportunidad única para celebrar “la diversidad cultural y la actividad deportiva”, pero no para “reponerse de una de las peores contracciones que está viviendo Brasil en toda su historia”, con el aumento de la tasa de paro a niveles de doble dígito y con los gobiernos federales y locales tratando resolver el deterioro de las finanzas públicas.

“El mayor crecimiento en el año de los Juegos Olímpicos era atribuible a una aceleración de las inversiones, pero no vemos que eso ocurra en Brasil", apunta también Daniela da Costa-Bulthuis, gestora de cartera en el equipo de mercados emergentes de Renta variable de Robeco.

“El impacto positivo esperado de las inversiones en infraestructuras previas a la Copa del Mundo y los Juegos Olímpicos han decepcionado por una mala ejecución del plan de inversiones del gobierno y un entorno de inversión dificil, con excesiva interferencia del gobierno, una alta carga tributaria y la baja rentabilidad de los proyectos”, añade.

La experta de Robeco hace mención de un estudio realizado por los patrocinadores olímpicos EY que pronosticaban que durante los Juegos Olímpicos se generarían alrededor de 1,79 millones de puestos de trabajo permanentes y temporales en Río y en sus alrededores. "Si es verdad, no será suficiente para hacer frente a los actuales 11 millones de brasileños en paro, lo que representa el 11,2% de la fuerza de trabajo", explica.

“El país ha estado pasando por una crisis política y una recesión desde 2014, el año en que fue sede de la Copa del Mundo. Desde entonces, Brasil ha enfrentado protestas en las calles, una de las mayores investigaciones por corrupción involucrando empresas de propiedad estatal y políticos del gobierno, así como un proceso de destitución presidencial”, argumenta.

JJOO Godlman


Cabe destacar que la recesión económica del país se vio reflejada a principios de este año, cuando el estado de Río de Janeiro se declaró en estado de colapso económico y solicitó ayuda al Gobierno brasileño para poder hacer frente a los gastos derivados de la celebración del evento deportivo.

“Todo ello se combina con bajos niveles de inversión y crecimiento económico durante tres años consecutivos. Brasil ha sufrido su más profunda contracción del PIB en más de 20 años durante 2015, encogiéndose un 3,8%. Las expectativas para 2016 son de una nueva contracción del 3,5%. Los retos que enfrenta el país este año son mucho más grandes que cualquier efecto positivo que las Olimpiadas pudieran aportar”, afirma Da Costa-Bulthuis.

Así, los expertos de Goldman Sachs concretan que tanto la inversión de la Copa del Mundo como de los Juegos Olímpicos era demasiado escasa como para generar rendimientos a la economía brasileña por “su gran dimensión”.

Por otra parte, debido a una serie de grandes desequilibrios macroeconómicos que han crecido y penetrado en la economía y la severa caída en los indicadores de confianza, el gasto total de la inversión en realidad se ha contraído de forma ininterrumpida durante los últimos dos años y medio.

La inversión fija bruta ha disminuido durante diez trimestres consecutivos (a una significativamente elevada tasa media del -11,6% intertrimestral, anualizado). En general, la inversión bruta fija economizada asciende hasta el 27% acumulado, entre el cuatro trimestre de 2013 y el primer trimestre del 2016, y se encuentra en los mismos niveles que en el segundo trimestre de 2009.

JJOO Goldman Sachs


Baja aprobación de las Olimpiadas

En este sentido, para más de la mitad de los ciudadanos, el 63% de la población, ser la sede de los próximos Juegos Olímpicos traerá más perjuicios que beneficios a Brasil, según una encuesta realizada por la empresa Datafolha. Este porcentaje se ha duplicado desde 2013, cuando la cifra se situaba en el 25%.

Además, en los últimos años ha aumentado el desencanto por el evento, lo que se refleja en un aumento en el porcentaje de brasileños que afirma no tener ningún interés por la cita olímpica, que ha pasado del 28% de 2031 al 51% actual.