¿Y esto como se consigue? Actuando en múltiples frentes como, por ejemplo, ir reduciendo el consumo y la dependencia de combustibles fósiles, a la vez que se incrementa la capacidad de generación eléctrica basada en energías renovables o, también, implantando medidas de eficiencia energética en todos los sectores y en los hogares. Estamos hablando de cambios ineludibles, profundos y de largo recorrido que van a exigir (ya lo están haciendo) mucha innovación, desarrollo y, obviamente, dinero y oportunidades.

El apoyo público y privado a todo tipo de iniciativas no deja de llegar. Por ejemplo, recientemente el Banco Central Europeo ha anunciado que, desde enero de 2021, aceptará bonos verdes como colateral en sus operaciones de inyección de liquidez y también los incluirá en sus dos programas de compras de activos.

Por otro lado, el Plan estrella de la Unión Europea para combatir los efectos de la crisis provocada por el Covid-19, denominado Next Generation EU, incluye entre sus objetivos apoyar la transición ecológica hacia una economía climáticamente neutra a través de diferentes fondos como, por ejemplo, el Fondo de Transición Justa, dotado con hasta 40.000 millones de euros, o el Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural, reforzado en 15.000 millones.

A nivel privado, la sensibilización con las inversiones sostenibles por parte de empresas e inversores es cada día mayor, lo que implica, por ejemplo, un crecimiento exponencial del volumen de recursos destinados a esta finalidad y la exigencia de un mayor compromiso mutuo con el medio ambiente. La disponibilidad de instrumentos financieros (acciones, fondos de inversión, ETFs, etc.) que actúan como vehículo para esos recursos también está aumentando, con el atractivo adicional de que están ofreciendo en el mercado una rentabilidad relativa superior a la del resto.

Bankia Estudios