Entrevista realizada por Manuel López Torrents
El IBEX 35 ha tocado los 17.000 puntos por primera vez, ¿cómo ve ahora los fundamentales del mercado español?
Hemos presentamos el informe de estrategia de Renta 4 para 2026. Conviene recordar que en el informe de 2025 dábamos al IBEX un recorrido alcista cercano al 20%, pero nos quedamos cortos: la subida ha sido superior al 40%.Este año, sin embargo, vemos ya poco recorrido adicional, en torno al 5%. Se trata de un análisis bottom up, compañía por compañía, del que resulta un objetivo del índice ligeramente por encima de los 17.000 puntos.
El IBEX tenía recorrido porque muchas empresas estaban infravaloradas. Esa anomalía se ha corregido. Tras una subida tan intensa, las valoraciones son ya exigentes, aunque el índice siga compuesto por grandes compañías de calidad.
¿Las empresas han hecho bien los deberes, pero le preocupa el deterioro institucional?
Sí. Si el deterioro institucional continúa, será negativo para la economía. Además, acaba impactando directamente en las empresas. Llevamos años —no solo con este Gobierno, también con el anterior— con políticas claramente antiempresa, y creo que hay que decirlo sin complejos.
A las empresas no hay que favorecerlas, pero tampoco ponerles palos en las ruedas. Un mal funcionamiento institucional termina perjudicando al tejido empresarial, que es la base de la economía. Si es algo puntual, es reversible; si se prolonga, resulta muy dañino para el país y para el bienestar de la gente.
¿Contempla un déficit de capital en la economía española?
Existe una falta de capital, pero sobre todo una falta de inversión, y ya se está notando. Basta mirar el transporte ferroviario: más de mil incidencias al año, según datos oficiales, consecuencia directa de una inversión insuficiente.
Lo mismo ocurre en energía. El reciente colapso evidencia carencias en las redes por un modelo retributivo que desincentiva la inversión. La economía española crece, pero lo hace principalmente por el consumo, no por la inversión. Sin inversión, las cosas dejan de funcionar.
¿Son urgentes políticas claramente pro mercado, pro empresa y pro inversión?
Sin ninguna duda. Llevamos años con políticas que no favorecen la inversión ni sitúan el bienestar donde debería estar: en la creación de riqueza a través de las empresas y los mercados.
Las economías que mejor funcionan, como la estadounidense, cuentan con buenos mercados financieros, condiciones claras de competencia y empresas fuertes.
¿Cómo valora hoy a Estados Unidos bajo el liderazgo de Donald Trump?
Hace un año parecía que llegaba el fin del mundo, especialmente para Estados Unidos. El relato dominante era que su economía se hundiría, mientras Europa prosperaría. Eso ocurrió brevemente, pero se corrigió rápido.
La primera fase de la Administración Trump tuvo errores claros, especialmente el 2 de abril, con un discurso de confrontación global impropio del líder del mundo occidental. Los mercados forzaron una rectificación.
¿Se exageraron los riesgos de su política arancelaria y geopolítica?
Claramente. Tras esa primera fase, la Administración ha tomado decisiones de enorme calado que han pasado relativamente desapercibidas. Una de ellas es un cambio histórico en el sistema monetario y financiero estadounidense.
¿Han pasado desapercibidas decisiones que están cambiando el sistema financiero?
Sí. Estados Unidos tenía un problema de financiación de su deuda y de la innovación. Más allá de la presión sobre la Reserva Federal, lo realmente innovador ha sido la creación de canales paralelos de liquidez.
La Ley Genius permite la emisión de stablecoins privadas respaldadas por deuda del Tesoro o depósitos en dólares. Esto crea lo que nosotros llamamos “dólares digitales”. Hoy, Tether es ya uno de los mayores tenedores de deuda pública estadounidense.
Se estima que el mercado de stablecoins podría alcanzar entre 5 y 10 billones de dólares antes de 2030. Ese será uno de los grandes mecanismos de financiación de la economía americana.
¿Está Estados Unidos apostando de verdad por la inteligencia artificial como motor de crecimiento?
Absolutamente. A esto se suma el impulso al bitcoin, la tokenización de activos y, sobre todo, una apuesta total por la inteligencia artificial, la computación cuántica, los semiconductores y la energía.
Decisiones como no fragmentar Google, la entrada del Estado en Intel o el respaldo a todas las fuentes energéticas, incluida la nuclear, responden a esa estrategia. Es una combinación potente de innovación financiera y tecnológica.
¿Los mercados creen que este modelo va a funcionar?
Hay economistas e inversores muy respetados que lo ponen en duda. Sin embargo, los mercados están apostando claramente por ello, como demuestra el fuerte rebote de la bolsa estadounidense y de las grandes tecnológicas.
¿Europa va en una dirección opuesta a la de Estados Unidos?
Lamentablemente, sí. Lo ocurrido este año en Estados Unidos es comparable en importancia al quantitative easing de Bernanke.
Europa sigue atrapada en una lógica hiperreguladora. Regular es necesario; sobrerregular y regular mal, no. El euro digital público y las limitaciones a la innovación frenan el progreso. Hoy no se percibe un cambio de rumbo.
¿En qué momento se encuentra hoy Renta 4 como banco cotizado?
Salimos a bolsa en 2007 como una declaración de intenciones. Creíamos en los mercados y queríamos ser un banco especializado en inversión.
Superamos la crisis de 2008 y hemos evolucionado mucho. El sector financiero afronta ahora enormes necesidades de inversión global: infraestructuras, defensa, transición energética, nearshoring y gasto social.
Los gobiernos están muy endeudados y la banca tradicional no está diseñada para financiar innovación. Los mercados asumirán ese papel, y ahí Renta 4 quiere ser un canal eficiente.
¿El 40 aniversario llegará con novedades relevantes?
Las novedades son constantes. Transformamos continuamente nuestra oferta y la experiencia de inversión. Queremos que invertir sea comprensible, accesible y confortable, no algo oscuro o intimidante.

