Muchos expertos financieros se preguntan si la inversión es un ejercicio tan futil como encontrar una aguja en un pajar. En cualquier caso, en nuestra opinión, esta conclusión se olvida de un aspecto importante y se centra en la importancia de las acciones individuales, que no son el elemento más importante para tener buenos resultados al invertir a largo plazo.

Aunque ese estudio se centra en América y usa datos históricos de la rentabilidad de las acciones y los bonos de Estados Unidos, creemos que las aplicaciones incorrectas de este análisis y sus conclusiones son relevantes para los inversores de todo el mundo. Según este informe “la buena evolución de los mercados es atribuible a las grandes subidas generadas por solo unas pocoas acciones”. En concreto, el autor revisa la evolución de 25.782  acciones americanas desde 1926 y explica que las 1.000 acciones con mejores resultados (menos del 4% del total) son responsables de  las subidas de la bolsa americana. Y lo que es incluso más soprendente: 86 compañías generaron más de la mitad de esas subidas. Con una rentabilidad  positiva excesivamente sesgada por un puñado de nombres, este informe argumentó que, en general, las acciones (4 de cada 7 acciones) no tienen mejores resultados que los bonos americanos, y que menos de la mitad (49,2%) han tenido rentabilidades positivas durante un periodo de 10 años. El estudio concluye que la selección de acciones es una tarea muy fútil debido a las pocas posiblidades de triunfar.

Aunque sea divertido jugar con datos históricos, el estudio carece de contexto para aquellos inversores a largo plazo cuyo objetivo es el crecimiento. Es cierto que la rentabilidad de 26.000 acciones en 90 años suena como una base de datos robusta, y aunque  parece que la historia del mercado bursátil sea estática, lo cierto es  que es muy dinámica. Como el informe explica “solo 36 compañías estuvieron presentes en el mercado todo ese tiempo, los 90 años completos”. De esas 26.000 empresas, la vida media es de apenas 7 años. Aunque este dato no sea muy encarecedor en un principio, también tiene sentido. Las compañías quiebran y se desploman todo el tiempo y nuevos negocios emergen para ocupar su lugar. Así es como funciona el ciclo de los negocios y aunque  una compañía tuviera éxito en 1925, su modelo de negocio no tiene porqué seguir teniendo éxito en 1965, 1995 o 2015. Así que inevitablemente el número de perdedores en esta base de datos tenderá a aumentar con el tiempo. Por el contrario no todo los ganadores de esta columna van a disfrutar del viento a favor continuamente. Una empresa con buena suerte puede sufrir pérdidas si la economía cambia de rumbo.

El siguiente ejemplo ilustra que la economía puede cambiar drásticamente y que así ha sucedido en el pasado. A finales de 1925 Remington Typewriter debutó en el Dow Jones Industrial Average (DJIA) —el índice más antiguo del mundo— con un precio de 113,5 dólares por acción[i]. Se fusionó con Rand Kardex Bureau y Dalton Adding Machine Company poco más de un año después y en su último día en el DJIA, el 15 de marzo de 1927, Remington valía 168 dólares por acción[ii]. Casi 90 años más tarde, Apple –actualmente la mayor compañía del mundo por capitalización bursátil- entró en ese índice con un precio de 127,50, el 19 de marzo de 2015[iii]. Al contrario de lo que ocurrió con Remington durante su corta vida, Apple todavía está cotizando en el DJIA con un precio de 145,8 dólares[iv]. Las grandes diferencias entre los productos de las dos compañías (y su uso a diario) muestran cuánto ha cambiado la economía y los mercados en el último siglo. Los inversores necesitan tener en cuenta esto para asimilar este dinamismo en su plan de inversiones. Basar nuestras previsiones solo en el pasado es siempre un error.

Esta perspectiva histórica tan poco detallada no es práctica para muchos inversores. En los próximos 90 años, los mercados de capitales estarán repletos de compañías quebradas y acciones que han fracasado. En cualquier caso la mayor parte de los inversores no tienen un horizonte temporal de 90 años –el tiempo que necesitan que su dinero trabaje por ellos. Pero aunque su horizonte temporal sea menor, hay muchas posibilidades de que necesiten vender acciones o cambiar la asignación de activos (dependiendo de las circunstancias personales). Es más, un plazo de inversión no equivale al tiempo que debamos tener en nuestra cartera una acción determinada. Si su horizonte temporal es de 30 años, las necesitades personales pueden cambiar conforme se acerque al final de ese periodo y, consecuentemente, podría necesitar ajustar su cartera. Probablemente también necesitará adaptarse a las condiciones del mercado. Por ello, es altamente improbable que mantena una acción en su cartera todo el tiempo.

Es más, incluso si la mayor parte de las compañías fracasan a largo plazo, esto no impide que  los inversores se aprovechen de las ganancias de estas empresas en el camino. Tomen como ejemplo el banco de inversión estadounidense Bear Stearns. Aunque la mayor parte de ustedes solo recordarán la estrepitosa caída de Bear Stearns durante la crisis financiera de 2008 (y quizá la adquisición del banco por JPMorganChase), el banco había sido una de las entidades financieras con más éxito de Estados Unidos durante décadas. Bear Stearns experimentó las primeras pérdidas en el cuarto trimestre de 2004, en sus 85 años de historia. El banco tuvo buenos resultados hasta poco antes de su quiebra, un largo período de tiempo para que los inversores capitalizaran ganacias. Hasta entonces, los 20 años precedentes a su máximo histórico del 18 de enero de 2007, Bear Stearns generó unos beneficios acumulados del 2.120,4% en dólares[v]. Estos beneficios no son los mayores, pero tampoco son desastrosos. Si un inversor necesita crecimiento, es imprescindible que coseche este tipo de ganancias.

Además, si un inversor tiene una cartera bien diversificada, esta discusión sobre acciones individuales es bastante inútil. Los retornos explosivos de las compañías que más suben, como las subidas de una minorista que salió a bolsa hace 20 años capturan la atención de los inversores. Sin embargo, los inversores a largo plazo no necesitan encontrar la aguja en el pajar. Para que la cartera de un inversor tenga buenos resultados, no es necesario que todas las acciones experimenten un crecimiento exponencial. Por ejemplo durante el mercado alcista entre el 9 de octubre de 2002 y el 9 de octubre de 2007, la mayor parte de las acciones  del índice S&P 500 estaban en positivo, 410 para ser exactos, y solo 22 en negativo[vi]. Para llevar a cabo este cálculo hemos excluido a las 68 empresas que dejaron de cotizar en bolsa durante ese periodo (por quiebra, fusiones o buyouts), más del 80% del S&P 500 estaba en positivo. Es más, 228 de las acciones superaron al índice S&P 500 en un 120,7% durante dicho periodo[vii]. Eso es algo más que un puñado.

En conclusión, las carteras de los inversores no solo deben tener invertida una parte significativa en renta variable, sino que además deben estar diversificadas para obtener resultados parecidos a los del mercado de valores. Si diversifica adecuadamente (evitando que cualquier acción represente más de un 5% de la cartera), evita el riesgo y el daño potencial de un inesperado desplome.

Los inversores tienen que leer entre líneas, especialmente porque los medios de comunicación financieros suelen fijarse de forma miope en determinadas acciones. Puede ser tentador ajustar nuestras carteras para incluir solo aquellas acciones que están creciendo exponencialmente. Pero gran parte del éxito a largo plazo es ignorar los titulares y asegurarnos de que nuestro plan está diseñado para conseguir nuestros objetivos individuales a largo plazo. Eso es lo más importante.

Fisher Investments España es la sucursal española de Fisher Investments Europe Limited, compañía propiedad de Fisher Investments. Fisher Investments es una gestora de inversiones privada e independiente. Fisher Investments Europe delega la gestión de carteras a su empresa matriz. Este artículo refleja la opinión del equipo editorial de Fisher Investments. Dicha opinión puede cambiar en cualquier momento. Se proporciona la información sobre los mercados de valores con fines informativos. Este artículo no debe considerarse una recomendación de inversión para que compre o venda valores concretos.

[i] Fuente: The New York Times, el of 31/12/1925. Tomado del cierre de precios del NYSE. No incluye dividendos. Presentado en dólares estadounidenses. Las fluctuaciones entre dólar y otras divisas pueden alterar la rentabilidad.

[ii] Fuente: The New York Times, del 16/3/1927. No incluye dividendos. Presentado en dólares estadounidenses. Las fluctuaciones entre dólar y otras divisas pueden alterar la rentabilidad.

[iii] Fuente: FactSet, el 23/5/2017. En dólares para mantener consistencia con los datos de la nota 1 y 2. Presentado en dólares estadounidenses. Las fluctuaciones entre dólar y otras divisas pueden alterar la rentabilidad

[iv] Fuente: FactSet, 23/5/2017. Presentado en dólares estadounidenses. Las fluctuaciones entre dólar y otras divisas pueden alterar la rentabilidad.

[v] Fuente: FactSet, 23/5/2017. Nota: Presentado en dólares. Las fluctuaciones entre dólar y otras divisas pueden alterar la rentabilidad.

[vi] Fuente: FactSet 18/5/2017. Presentado en dólares. Las fluctuaciones entre dólar y otras divisas pueden alterar la rentabilidad.

[vii] Fuente: FactSet 18/5/2017. En dólares por consistencia con el estudio mencionado. Las fluctuaciones entre dólar y otras divisas pueden alterar la rentabilidad.