Twitter, Snapchat, bancos españoles o la crisis de las puntocom…todos los eventos comparten un elemento común: dificultad o inexactitud en la valoración de las compañías. En el caso de los bancos, incapacidad para valorar el riesgo de impago de la deuda. La clave está en la forma de valorar y presentar el riesgo de una inversión.
“El riesgo de un activo o de una empresa tiende a encapsularse en un número – tras utilizar altas tasas de descuento o bajos cash flows – y además, su cálculo suele requerir asumir ciertos supuestos (la mayoría irreales) acerca de la naturaleza de ese riesgo”, afirma Damoraran en una completa entrevista en Sintetia.com
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Pero ¿qué ocurre cuando hay un evento que no se había previsto en la valoración? Pongamos como ejemplo que Venezuela nacionalice una empresa extranjera o un fármaco sea autorizado por la autoridad competente. Bajo el título de “árboles de decisión”, este profesor admite que “se podría aportar información respecto al valor de un activo (inversión) bajo distintos resultados o al menos conjuntos de esos resultados. Este enfoque es posiblemente el más completo para afrontar el riesgo discreto”. Porque actualmente lo que hay no es un problema de conocimientos técnicos ni de naturaleza de los activos sino de comportamiento “y en primer lugar, de negar que los riesgos existan, porque ése ese el paso necesario para evitar sus causas y consecuencias”.

El punto está en saber cómo medir la incertidumbre. Y es eso lo que presentan compañías como Twitter o Facebook. “Cuando los analistas no son capaces de enfrentarse a un alto grado de incertidumbre en sus valoraciones – por ejemplo, cuando se enfrentan a analizar el futuro de empresas como Twitter o estudian las consecuencias de la crisis – y se ven tentados a abandonar las herramientas y criterios de valoración básicos, para recurrir a reglas empíricas o métricas con un rigor muy dudoso!”. Ahí está el “lado oscuro de la valoración”.

Huelga decir que la valoración en compañías jóvenes siempre presenta dificultades, especialmente porque hay mucha incertidumbre sobre su potencial y “esto hace que la valoración de las mismas a través de flujos de caja y tasas de descuento aporten resultados irreales”.

Dice este experto que uno de los errores más habituales a la hora de hacer valoraciones financieras es asumir que el crecimiento es gratis o muy barato. “Los analistas tienden a incrementar las tasas de crecimiento de las compañías empujados por su optimismo sobre ellas. Pero no suelen tener en cuenta qué inversiones tienen que acometer para poder afrontar ese crecimiento”. Además no descuentan la dificultad de que las empresas, y sus modelos de negocio, escalen ni separan qué parte de la valoración responde a los factores micro y cuál a la macro.

Pero ¿supone la valoración una forma de anticipar burbujas? Dice Damoraran que “a toro pasado, todas las burbujas son obvias. Pero un buen indicador es analizar si los inversores están valorando las compañías asumiendo supuestos o expectativas que no se sostienen de forma agregada. Por ejemplo, ¿qué ocurre cuando tú sumas los ingresos esperados de todas las compañías cotizadas y obtienes una cuota de mercado superior al 100%?

Aswath Damoraran es una referencia internacional en el mundo de las finanzas corporativas.  Conocido en el ámbito de valoración de empresas, es autor de numerosos libros de texto en financzas y se ha enfrentado al reto de hacer valoraciones de empresas innovadoras que compiten en un entorno cada vez más complejo, tanto desde el punto de vista financiero como desde el punto de vista de cambio en las normas del juego, la creación de nuevos mercados, ciclos de vida....