La institución que dirige Mark Carney recortó el pasado 4 de agosto los tipos en 25 puntos básicos hasta el 0,25%, un movimiento previsto por los analistas. Además, decidió elevar su programa de compra de activos hasta 435.000 millones de libras, lo que supone un incremento de 60.000 millones respecto a la cifra anterior de 375.000 millones de libras. Una cantidad importante para gastar durante seis meses.
Para la ejecución de este programa el BoE anunció otra novedad relevante. A partir de ese momento, se comprometía a comprar bonos corporativos en una cantidad de 10.000 millones de libras y también un nuevo Term Funding Scheme (Esquema de Financiación) para "reforzar la transmisión del recorte de tipos" a la economía real.

La vuelta de tuerca a la QE del Banco de Inglaterra generó fuertes expectativas que contribuyeron a depreciar la libra, que cotiza en mínimos anuales, en niveles de 1985 frente al dólar y de agosto de 2013 respecto al euro. Este abaratamiento de la divisa británica ha supuesto un impulso para la inflación, objetivo primordial de Carney y los suyos, como en la mayoría de los bancos centrales (a excepción siempre de la Reserva Federal -Fed-, que persigue también el pleno empleo).
El propio comunicado del BoE del 4 de agosto indicaba que “tras el voto de Reino Unido para abandonar la Unión Europea, el tipo de cambio ha bajado y la previsión para el crecimiento a corto y medio plazo se ha deteriorado de manera importante. La caída de la libra impulsará la inflación a medio plazo hacia el objetivo del 2% y probablemente le haga superar ese objetivo, antes de que desaparezca el efecto del tipo de cambio”.
IMPORTANTES APUROS
El programa va a ser un drama semanal durante un tiempo. Después de todo, el Banco de Inglaterra tiene 16 semanas para comprar bonos británicos por valor de 60.000 millones de libras
Sin embargo, la autoridad monetaria se está viendo en serios apuros para impedir que las expectativas mencionadas no se conviertan en una profunda decepción. Hay demanda, pero no siempre oferta. Esta semana ha cumplido con el objetivo marcado de comprar bonos soberanos con vencimiento a más de 15 años por un valor total de 1.170 millones de libras. La semana pasada no pudo completar esta meta y se quedó a 50 millones de la misma cuantía, con la deuda británica en mínimos históricos, marcados en el 0,503% para el bono a 10 años. Este miércoles cotiza en el 0,6% en el mercado secundario.
“El programa va a ser un drama semanal durante un tiempo. Después de todo, el Banco de Inglaterra tiene 16 semanas para comprar bonos británicos por valor de 60.000 millones de libras. Han tenido lo que han querido esta semana pero no ha sido una tarea sencilla”, resume Luke Hickmore, de Aberdeen AM.
El experto explica que “la demanda de bonos británicos de vencimiento más corto era mucho más elevada, lo que demuestra que los fondos de pensiones y similares siguen todavía reticentes a ceder sus bonos”. De hecho, este mismo jueves hay una emisión por parte del Tesoro británico de casi 1.250 millones de libras, “por lo que la gente no pensará realmente en vender ahora porque pueden reaprovisionarse en breve. El banco central no puede apostar sobre qué pasará cada semana”.
EFECTOS DEL BREXIT
Las estadísticas publicadas este miércoles por la Oficina Nacional de Estadísticas de Reino Unido (ONS, por sus siglas en inglés) no muestran efectos del Brexit en el mercado laboral. De hecho, las solicitudes de inscripción por desempleo en los registros oficiales disminuyeron en julio en 8.600 en comparación con el mes de junio, hasta situarse en un total de 763.600. Esta variación supone la primera caída mensual desde febrero de 2016, y se aleja del incremento de 900 que se había registrado en junio y del aumento de 9.500 demandas que proyectaba el consenso de analistas.
Se trata por lo tanto de un dato positivo e inesperado en el primer mes posterior al referéndum. En junio, el ratio de desempleo continuó en el 4,9%, como esperaban los expertos, en niveles de mínimos desde 2005. Tampoco hay rastro de un impacto de la incertidumbre en el paro.
Sí se observan efectos en la inflación, a través de la depreciación de la libra, y también en la actividad económica. Los datos de purchasing managers index (PMI), el indicador de la consultora Markit sobre pedidos para evaluar la actividad de un sector, mostraron en julio un profundo deterioro. El PMI de servicios cayó desde 52,3 puntos en junio hasta 47,4 puntos en julio, en mínimos de siete años. Por su parte, el PMI manufacturero retrocedió desde 51, hasta 49,1, el valor más bajo en tres años y medio.