Las previsiones del Fondo de otoño apuntan un “debilitamiento leve”, que restará cuatro décimas de crecimiento, hasta el 2,2% este año respecto a 2018, y de otras cuatro en 2020. También rebaja las previsiones del Gobierno en la evolución del paro y del déficit, reclama un nuevo presupuesto y alienta los proyectos verdes para combatir la catástrofe climática en un territorio donde incidirá de forma especialmente intensa. El retroceso del PIB “será gradual” y su debilitamiento “suave”. La inflación tampoco será un problema, a juicio del FMI, en el horizonte próximo, porque contempla una subida de precios del 0,7% este año, en línea con el 0,8% del Ejecutivo, y del 1% en 2020.
España -deja entrever el informe- no será un obstáculo para que “la política monetaria” del BCE se acomode al impulso de la actividad, con nuevos estímulos tras la marcha de Mario Draghi, o a “responder a la “persistente debilidad de la inflación subyacente” -la que excluye los precios de la energía y de los productos alimenticios- que “apenas ofrece señales de leve intensidad desde mediados de 2018”.
De hecho, Philip Lane, el nuevo economista jefe del BCE, augura que se mantendrá la gestión de Draghi bajo el mandato de Christine Lagarde, dejando entrever el sostenimiento de los tipos de interés negativos y una ventana abierta a estímulos monetarios de compra de deuda corporativa y soberana como la que se activó el banco emisor europeo entre el 22 de junio de 2015, el denominado Quantitative Easing (QE), hasta su suspensión, con la llegada de 2019, por valor de 3 billones de euros.
La proyección del FMI hace hincapié en los proyectos de transición ecológica, sobre los que el anterior gabinete enarboló un férreo compromiso de futuro. La catástrofe climática -asevera el informe- “será un factor determinante de las disparidades regionales en las potencias avanzadas a finales del siglo”. El efecto del calentamiento global sobre la productividad, la agricultura, la industria y los servicios variará substancialmente en según qué regiones y países. Anima a que se instauren acciones de gobierno que “inviertan decididamente en la adaptación climática” y persigan la neutralidad energética. La ausencia de este tipo de políticas restará entre dos y tres puntos la productividad laboral en Italia, España o EEUU, advierte.
Un sondeo publicado en noviembre, de la firma de servicios profesionales Deloitte, a las direcciones financieras de firmas españolas realizada entre los meses de abril y septiembre, y que se prorroga de manera semestral, constata un creciente pesimismo ante la desaceleración económica. Un 69% de los directivos encuestados considera que se avecina un estancamiento o una recesión en los meses venideros. Aunque este porcentaje salta al 86% para la zona del euro, un 50% para EEUU y un 57% para la economía mundial. La incertidumbre global y la ralentización en Europa están detrás de este repunte de la desconfianza del sector privado. Pese a que la Comisión Europea también se ha unido a las voces que atisban un aterrizaje con opciones de remontar el vuelo.