Estos son los hechos. La justificación del gobierno argentino, económica, el fondo del asunto político/social. Argentina lleva ya más de una década desde que oficialmente se aprobó en los diccionarios de economía la palabra “corralito”. Vistos los hechos, parece que no ha transcurrido el tiempo necesario para el termino sea estudiado en las facultades que enseñan economía como un hecho del pasado, que puede suceder y que debe ser tenido en cuenta cuando se juega al monopoly con alguien que se empeña en demostrar que dos más dos suman mucho más que cuatro. Y como la realidad es tozuda, el tiempo tiende a demostrar que la existencia de una argumentación equivocada, nunca se valida por el transcurso del tiempo. Dice el dicho popular, que quien tuvo retuvo o más explícitamente, quien se acuesta con niños se levanta  mojado.

Seguir en el poder tiene sus exigencias, y parece que en el diario de los políticos argentinos, a falta de otros argumentos más sofisticados, dos más dos siguen siendo más de cuatro, como se empeñan en demostrar los nuevos seguidores de los descendientes argentinos de Keynes. Lo malo, es que este desaguisado, quien
sale más perjudicado es el entramado empresarial patrio, no los inversores minoristas. Es ridículo pensar que son los minoristas los realmente afectados, después de las noticias aparecidas en los medios, sobre donde teníamos invertidos los dineros los de a pié; preferentes, subordinadas, garantizados y sobre todo depósitos a plazo suponen el catalogo mayoritario de instrumentos en sus carteras.

Que esté la cotización por debajo de su valor o por encima de su soporte de corto plazo, solo afecta a aquellos que tienen una participación relevante en la compañía, de la que cobran dividendos con los que pagar sus deudas y mantener el sillón comprado, pero en ningún caso los minoristas.

Y si estos son los hechos, la solución a los mismos, pasa porque la planteen los políticos de aquí. Difícil. Los problemas para el pago de nuestras deudas son mayores que mandar emisarios al otro lado del atlántico para reclamar las ajenas. Los escasos aliados que tenemos en este asunto son más partidarios de rescatarnos
que de acudir en nuestro rescate. La traducción de todo estos dimes y diretes, es que en la revuelta alguno se queda
en el camino y de paso es una buena excusa para pegarle al Ibex, a falta de un vengador que ponga orden en el asunto.

No queremos terminar estos comentarios sin aportar alguna idea al asunto desde la óptica del asesoramiento, y más que sugerir precios de compra, soportes, resistencia, valor de la expropiación u otras variables que solo interesan a quien interesa, sugerimos la compra de bonos de la compañía que salvo quiebra de la misma, han caído más de un 10% y proporcionan una rentabilidad por encima del 5% anual, mucho más acorde a los tiempos actuales, que un depósito o un garantizado por debajo del 3,5%.