La consistente alza de precios que ha tenido lugar en los alimentos y la energía, deja al descubierto un problema llamado inflación. Dejando a un lado los motivos que han propiciado la escala de precios y dejando a un lado si se trata de una inflación de carácter transitorio o no, de lo que no hay duda, es que la inflación es un hecho; 2,7% en la Eurozona (por encima del objetivo del 2%), 5,4% en China (por encima del objetivo del 4% del gobierno), 4% en Reino Unido (el doble del objetivo del 2%) y 2,7% en EE.UU. (por encima del objetivo del 2%).

Sin embargo, ante la presencia de este nuevo protagonista, encontramos distintas interpretaciones y respuestas. ¿Elección u obligación? El BCE fue la primera de las economías desarrolladas en materializar una subida de tipos bajo la justificación de que el objetivo de su mandato es una inflación en el 2%. Una decisión que asfixia el ya de por sí débil crecimiento de las economías periféricas, pero, una decisión que resulta compatible con las economías del núcleo fuerte (Alemania y Francia) y las de países como Estonia, Bulgaria o los países nórdicos.

Y es este condicionante, el del crecimiento, el que en mi opinión, obliga a las distintas autoridades monetarias, a tener una mayor flexibilidad-desviación con los objetivos de inflación. Así, uno de los casos más extremos lo encontramos en el caso de las economías emergentes y especialmente China e India, donde la inflación, llega acompañada de un crecimiento económico que se afianza en el primer trimestre (9,7% respecto al mismo periodo de 2010 en China). Los riesgos de sobrecalentamiento estas economías son elevados y las autoridades, intervienen con medidas restrictivas.

El otro extremo lo encontramos con la debilidad de las economías desarrolladas. El caso más evidente lo encontramos en Reino Unido (crecimiento de +0,5% intertrimestral) y como advertíamos, con una inflación en el 4%. El crecimiento es demasiado débil para introducir medias de política monetaria de carácter restrictivo y efectivamente, el BOE alude al carácter temporal de la inflación para evitar un cambio de la política acomodaticia y en definitiva, para evitar una subida de tipos. El caso de EE.UU., similar.

Y es que tras anotarse un crecimiento del 3,1% en tasa intertrimestral anualizada en el último trimestre del ejercicio 2010, ha visto como el PIB tan solo ha avanzado un 1,8% en el primer trimestre de 2011. Esa pérdida de pulso de la economía estadounidense ya se recogió en el último FOMC, en el que además de advertir sobre el dato de PIB, aludieron a ese carácter temporal de la inflación y decidieron mantener la divergencia con el BCE. Y es que a pesar de que FMI y S&P advirtieron a los EE.UU por el desmedido déficit que acumula, en el último FOMC, la FED aseguró que mantendrá tipos bajos y también el volumen de compras del QE2; el crecimiento es demasiado bajo. El caso, y aquí podríamos tener otro debate, es que a pesar de los tipos bajos durante tanto tiempo, a pesar de las ingentes cantidades que se han inyectado y que han supuesto un significativo crecimiento para la deuda y déficit del país, esos esfuerzos parecen haber servido para aliviar a los mercados financieros, impulsándolos fuertemente al alza, y lamentablemente, no han llegado a la economía real.

Y es que cómo les decía, la economía estadounidense sigue débil; así lo confirman los datos de PIB y así lo confirma la inexistente recuperación del mercado laboral, por el momento, demasiado débil como para poder desviar la atención en la inflación.