En el caso del Banco de Valencia , el ultimo hasta la fecha , de casi 1.000MM DE EUROS, igual o peor fiabilidad merece el Banco de España, que con sus inspectores apostados en las entidades, no son capaces de detectar igualmente ninguna anomalía, o irregularidad.

¿Qué está pasando? ¿Qué fiabilidad nos merecen estos controles que no detectan, la falta de rigor en la clasificación de los créditos, no cumplimiento del calendario de las provisiones, adquisiciones de capital en empresas promotoras en crisis y además que suponen el enriquecimiento del vendedor, por el “ gol “ metido a la entidad? Volvemos otra vez a la ceguera consciente, o los gestores son unos incautos que se dejan llevar por derroteros distintos a la rectitud y la eficaz gestión del riesgo que las entidades financieras deben de tener. Todo esto sería un chiste si no estuviéramos aportando, vía Frob, los miles de millones que cuesta la mala gestión llevada a cabo por estos y otros gestores y para más inri, seguimos sin ver ningún responsable de las situaciones que van surgiendo. Al revés, casi todos se van con cifras millonarias de esas entidades que ayudaron a destrozar , dejando a sus accionistas con minusvalías de más del 80% en sus acciones.

Como este agujero hay otros que todavía no han salido a la luz en otras entidades  pero con el tiempo todo se sabrá, la loca carrera mantenida años atrás es el desencadenante de toda esta ruina financiera del que se consideraba un sistema financiero solvente.

Muchas entidades aun no tiene actualizadas las valoraciones de su exposición al ladrillo y en sus balances siguen registrando cifras que no se ajustan a los valores reales de la inversión, por obligación deben hacerlo, pero lo van realizando en la medida que sus cuentas de resultados pueden absorber las minusvalías.

No puede entenderse la pasividad del Banco de España con la información de que dispone, ellos deberían de ser los primeros en detectar anomalías, porque realizan una supervisión continuada y permanente. Y en el caso que los detecten no obligan a su regularización inmediata, y alargan la solución al problema. Este se convierte en un monstruo cada vez mas imposible de regularizar, por los propios medios de la entidad.

Según se comenta la situación del Banco de Valencia  estaría plagada de irregularidades contables y ello explicaría que no se pudiera vender anteriormente, los sistemas de control fallaron estrepitosamente, la auditoría interna parece que no existió o no realizaba sus funciones como debería de haberlo hecho, el Banco de España tampoco detectó nada y el auditor tampoco encontró nada digno de reseñar. Al final los accionistas encuentran un valor que sus balances están plagados de incertezas, que no llegan a ser la imagen fiel que deben de ser del estado de las cuentas de la sociedad.

La responsabilidad es de todos los intervinientes en este estado de cosas y no puede ser que se sigan saliendo todos de la situación sin apenas un rasguño, acostumbrémonos a declarar la realidad de la cosas. Cuanto más tardemos en aflorar un problema más importante se hace y a la vez mas difícil de resolver.

Los accionistas, en este caso del Banco de Valencia, deben pedir responsabilidades a sus gestores, porque han sido engañados por los mismos al presentar unas cuentas que no se ajustaban a la realidad y por derivación, a los auditores que eran los encargados de dar veracidad a los datos presentados al Banco de España. Deben de ser otros quienes les exijan su responsabilidad en todo lo que esta pasando.

Rafael Montava Molina
Consultor de empresas