Pero pronto pasó a la ofensiva, con el argumento de que cualquier retraso en aprobar el plan podría hacer caer a la economía en una espiral negativa como la que atrapó a Japón en los años 90. En el Congreso "parece haber un grupo de personas que, aunque no dudo de su sinceridad, creen simplemente que no deberíamos hacer nada", dijo Obama en referencia a los republicanos. Con ataques como éste, el presidente se quitó el guante blanco con el que hasta ahora había tratado al partido de la oposición.
Su plan de estímulo fue aprobado en la Cámara Baja sin ningún voto republicano y en el Senado solo tres miembros de ese partido lo apoyan.
Los expertos creen que los argumentos de los republicanos han tenido resonancia entre la población, lo que ha motivado un esfuerzo de relaciones públicas por parte de Obama, que incluyó una sesión pública de preguntas y respuestas en Indiana, y la rueda de prensa de hoy.
La mayoría de los republicanos ha puesto el grito en el cielo por los efectos del paquete sobre el déficit, pero el presidente les recordó que la deuda nacional se dobló durante el Gobierno de su antecesor, George W. Bush. "Yo heredé el déficit que tengo ahora y la crisis económica que tengo ahora", les dijo. El Senado previsiblemente aprobará el paquete de estímulo mañana, tras lo cual deberá armonizar su versión con la ratificada ya por la Cámara Baja. Desde el inicio de la recesión, hace algo más de un año, Estados Unidos ha perdido 3,6 millones de empleos y el presidente afirmó que le preocupa mucho que los despidos se han acelerado en los últimos meses.
"No hacer nada, o demasiado poco, resultará en un déficit aún mayor, más pérdida de empleos, de ingresos y de confianza. Ese es un déficit que puede convertir una crisis en una catástrofe", advirtió Obama.
Y esa crisis, a su juicio, tiene un culpable claro: la banca. "Lo que nos metió en este lío ha sido los riesgos exorbitantes asumidos por los bancos en títulos dudosos con el dinero de otros", aseveró Obama.
El presidente negó que el origen de los problemas fuera el gasto excesivo de los estadounidenses, pero remarcó que éste deberá ajustarse porque el nivel anterior era "insostenible".
Obama dijo que su tarea inmediata es "parar la espiral hacia abajo" de la economía mediante transferencias de dinero a los consumidores, un aumento del crédito y de la inversión.
"La crisis del crédito es real y no ha terminado", afirmó. Pese a sus críticas, su plan de rescate financiero mantiene las ayudas a los bancos, aunque en la rueda de prensa enfatizó que estará condicionada a que limiten la remuneración de sus directivos. Obama señaló que su Gobierno colaborará con esas entidades para librarlas de los títulos de mala calidad que lastran sus balances, de forma que "se restablezca la confianza" en los mercados financieros. Esa medida es necesaria porque actualmente "nadie sabe realmente lo que hay en las cuentas de los bancos", recalcó.
El secretario del Tesoro, Timothy Geithner, presentará el martes el plan de la administración para usar los 350.000 millones de dólares que quedan en el fondo para estabilizar el sistema bancario aprobado por el Congreso el año pasado.
"No sé si necesitaremos dinero adicional o cuánto", admitió Obama, quien indicó que primero su Gobierno debe ver si su programa funciona.
El presidente señaló que su plan corregirá los errores en la gestión del fondo cometidos por la administración de Bush, como la "falta de consistencia y claridad".
El plan de Obama incluye ayudas para evitar los embargos de viviendas, la compra de acciones de bancos y una mayor inyección de liquidez en los mercados de crédito.

