Su valor reside esencialmente en su potencial apreciación y por lo tanto, en la creencia (o esperanza) de que alguien quiera comprarlo a precio superior, independientemente de su valor real. En este sentido sus precios ajustados a inflación están en torno a 30 por ciento debajo de máximos históricos de 1980 -cuando el mundo luchaba con tasas de inflación de dos dígitos durante la guerra de Iraq e Irán-. De manera relativa y en relación a otros metales preciosos, parece más caro que la plata, en consonancia con el paladio y más barato que el platino. Pero esta evaluación está limitada al periodo en que se mide y la dinámica propia de cada metal.

Su demanda total ha fluctuado alrededor de 4.000 toneladas desde 1997. Desde 2000 sus precios han subido, con rápido incremento de la de inversión, compensada con descenso de demanda de joyería. Por otra parte las compras de bancos centrales son menos importantes de lo que parecen. La mayor parte del aumento de oro de China y Arabia Saudita es reclasificación de reservas existentes. Los datos más recientes de Gold Field Mining Services indican que la producción minera a la baja se rompió en 2009 con aumento del seis por ciento. En cualquier caso los últimos tres años la demanda nueva de inversión en oro ha ascendido a unas 3.000 toneladas -equivalente a más de un año de producción minera- junto con el apetito mostrado por los vehículos de inversión que siguen su precio de contado.

Por otra parte existe riesgo de una rápida reversión de flujos de inversión tras el rápido ascenso, pues su mercado es relativamente pequeño y sujeto a oscilaciones si cambia el patrón de demanda en favor de otras clases de activos. Hay que tener en cuenta que encontrar el valor adecuado para el metal amarillo es difícil pues no genera ingresos o distribuye dividendos. Como referencia los precios actuales de extracción del oro se estiman en alrededor de 500 a USD 800 dólares, muy por debajo de los precios del mercado.

Carlos González-Mesones, gestor de banca privada de Pictet en España considera que metales como oro son vehículo de diversificación recomendable en la mayor parte de carteras de inversores cualificados, dado que está poco correlacionado con las inversiones tradicionales en bonos o acciones. Aunque es posible invertir mediante futuros, es más indicado exponerse mediante empresas sectoriales o fondos relacionados con éstas.

Yves Bonzon, director jefe de inversiones del banco privado suizo Pictet & Cie ha llegado a prever que la onza de oro pueda alcanzar los 2,000 dólares antes de 2015, especialmente si la crisis de deuda conduce a aceleración de inflación. Desde abril de 2009 su precio se había venido situando por encima de 1.000 dólares la onza, en paralelo a la caída del dólar.

En términos relativos el precio del oro se ha llegado a mantener estable o aumentar moderadamente desde principios de año, mientras la cotización del paladio registra un comportamiento impresionante.