El informe del BIS -reunido en Basilea el domingo y el lunes para su cumbre anual- no sólo pone de manifiesto el difícil dilema al que se enfrentan los bancos centrales, ante el menor crecimiento en un momento de aumento de las presiones inflacionistas, sino que también echa gran parte de la culpa a los propios bancos centrales. El BIS ha señalado que en los primeros años de esta década los bancos centrales no fijaron los tipos de interés en niveles suficientemente elevados como para evitar un insostenible crecimiento del crédito. Y ha agregado que si se quiere evitar en el futuro que se repita la actual crisis financiera, los bancos centrales deben estar dispuestos a mantener elevados los tipos de interés incluso cuando no haya signos obvios de que la inflación va a acelerarse. El BIS considera improbable una caída hacia la deflación y cree que, por el momento, hay un riesgo más inminente de aceleración de la inflación que de fuerte ralentización. Por ello, ha instado a la mayoría de bancos centrales a subir sus tipos de interés. El BIS ha explicado que la economía estadounidense es la que más riesgo corre por los problemas del sistema financiero. Pero añadió que hay "sospechas de que unos cuantos países con bajas tasas de ahorro de los hogares podrían verse también afectados, aunque menos significativamente". Y ha advertido de que aunque la depreciación del dólar estadounidense respecto a otras monedas ha sido, hasta ahora "extraordinariamente ordenada", la situación podría cambiar. "Los inversores extranjeros en activos en dólares estadounidenses han visto grandes pérdidas", ha asegurado. "Aunque improbable, no puede descartarse completamente una rápida huida hacia las salidas".