La multinacional estadounidense deberá aportar unos 500 millones de dólares (362 millones de euros) para financiar la separación de Saab, además de los activos de la marca sueca. La suma incluye el equipamiento para la producción del nuevo 9-5 y 150 millones de dólares (108 millones de euros) de liquidez con que cuenta Saab.

En todo caso, la compañía que preside Frizt Henderson debe decidir su vende el 100% de la compañía escandinava o si mantiene una participación minoritaria, que podría situarse incluso por debajo del 10% del capital. Una vez cerrada la venta, General Motors y Saab seguirán compartiendo tecnología y motores.


Saab se encuentra desde el pasado mes de febrero en suspensión de pagos. La pasada semana, el juez que instruye el concurso de acreedores amplió en tres semanas el plazo dado a la firma para completar su reestructuración, que expira el próximo 20 de agosto.