Con las compras del Nuevo Año chino llegadas a su fin y los pocos datos económicos que se esperaban la semana pasada, el aburrimiento de los analistas e inversionistas creció, aunque un tema clave estuvo en sus mentes durante toda la semana: la denominada "guerra de divisas". Se empezó a especular con "guerra" en 2010 cuando Estados Unidos lanzó su segundo programa de flexibilización cuantitativa (QE2) pero el tema vuelve a estar en boca de todos desde hace unos meses con la atención centrada en Japón, donde su primer ministro Shinzo Abe, ha apostado por debilitar el yen para intentar sacar al país de la deflación.

La semana pasada, el G7 en un comunicado oficial manifestó que no existía tal guerra de divisas y que sus políticas monetarias y presupuestarias "han estado y seguirán estando orientadas a cumplir sus respectivos objetivos nacionales utilizando instrumentos nacionales, y no tendrán como objetivo los tipos de cambio”. No obstante, extra oficialmente políticos europeos, como el presidente francés François Hollande, denunciaron las "prácticas agresivas" que han llevado a la sobrevaloración del euro.

También se reunía el G20. El anfitrión Rusia dijo que el G-20 (que incluye a los principales mercados emergentes y representa el 90 por ciento de la economía mundial) respaldaría la idea central del texto del G-7 cuando emitiera su comunicado el sábado.

¿En medio de todo esto dónde queda el oro? Contra el dólar, el metal estuvo en caída durante toda la semana, con especial fuerza el viernes a mediodía tras declaraciones del presidente de la Fed Ben Bernanke que afirmaba que la economía de EE. UU. se estaba fortaleciendo al conocerse datos económicos mejor de lo esperado. El oro cayó en picado durante toda la tarde del viernes, cotizando en torno a los 1605 dólares la onza.

Con respecto al euro, más de lo mismo, con excepción de un pequeño empujón que datos menos positivos de lo esperado en Europa (la economía de la zona euro se contrajo un 0,6% en el cuarto trimestre), le dieron el jueves. El metal llegó a subir más de diez euros la onza para luego volver a bajar al nivel que se encontraba antes de conocerse dichos datos y terminar la semana alcanzando su mínimo desde diciembre de 2011, cotizando en torno a los 1200 euros la onza.

El precio del oro ha traspasado alguno de sus niveles técnicos, (las ventas de aceleraron cuando el metal descendió por abajo de un mínimo de enero de 1.651,93 dólares, según operadores) y parece que seguirá a la defensiva durante algún tiempo.

El Fix PM del viernes para el oro fue de 1612,25 dólares la onza, reflejando una ligera caída del 3,36% con respecto al mismo Fix de la semana anterior.



El Fix de la plata fue de 30,18 dólares la onza, reflejando caída semanal del 4,25%.



Es indudable es que la semana pasada el oro y la plata siguieron hundiéndose contra un dólar en ascenso. El viernes se supo que mientras algunos importantes inversores como John Paulson mantuvo su posición con respecto al oro durante el último trimestre de 2012, otros como George Soros o Julian Robertson redujeron sus posiciones entre octubre y diciembre.

Según Adrian Ash, analista jefe de BullionVault, la caída en el oro y la plata sugiere que los traders están pendientes del acuerdo al que el G20 llegue sobre la devaluación de las divisas, "pero de producirse cualquier acuerdo, solo sería sobre papel ya que la acción es mucho mayor. Y todo apunta a que los tipos de interés seguirán en negativo junto con las políticas de flexibilización cuantitativa".