España aspira a estar libre de emisiones de CO2 en 2050 pero, para lograrlo, será necesaria una transición en la que tengan cabida distintos modelos de generación eléctrica. O, dicho de otro modo. Está en la senda de lograr una generación de energía limpia de CO2 que recomiendan las instituciones multilaterales, con un progresivo abandono de las fuentes fósiles.

 

 

Según las últimas cifras facilitadas por Red Eléctrica, en España se produjo un 40% de electricidad que provenía de fuentes de energía renovables en 2018, una cuota en sintonía con la generada durante los cuatro años precedentes, donde se mantuvo entre el 33,7% y el 42,3%. Ese 40% estuvo encabezado por la energía eólica, que acumuló el 19,8% de la energía producida en nuestro país. La hidráulica se encargó de generar el 13,7% mientras que la solar fotovoltaica y la térmica acapararon el 4,8% mientras que otras renovables se quedaron en un 1,7%.

 

 

Pero, qué mix energético presentan las grandes empresas del país. Y, sobre todo, ¿qué pautas se han marcado para la década que está a punto de comenzar en sus planes estratégicos? Las energéticas Iberdrola, Endesa y Repsol, revelan estos datos.

 

 

Iberdrola

Al cierre del tercer trimestre del año (últimas cifras actualizadas), Iberdrola cuenta con una capacidad instalada de 50.143 megavatios (MW) en todo el mundo, de los que más de 30.000 MW corresponden a fuentes renovables. De esta potencia -aseguran en la multinacional- casi un 80% es libre de emisiones, “de acuerdo a la estrategia de la compañía de avanzar hacia un modelo descarbonizado, que sólo será posible a través de un necesario proceso de electrificación de la economía”. Para Iberdrola, la transición energética comenzó hace ya 20 años y, desde entonces, el grupo ha invertido 100.000 millones de euros en renovables, redes inteligentes y almacenamiento eficiente.

Esta línea estratégica continuará durante los próximos años, porque “la compañía avanza hacia las emisiones nulas en Europa para el año 2030 y hacia la neutralidad en carbono a nivel global para el año 2050”, aclaran. En este sentido, cabe destacar que Iberdrola ya tiene emisiones cero en muchos de los países donde desarrolla su actividad, como en Reino Unido, Alemania o Portugal.

 

Sobre la hoja de ruta futura, la eléctrica que preside Ignacio Sánchez Galán invertirá a un ritmo de entre 8.000 y 10.000 millones de euros anuales durante los próximos ejercicios. Del monto total, casi un 40% irá destinado a nueva capacidad renovable, con lo que compañía impulsará su liderazgo global en energías limpias. Según las Perspectivas Estratégicas presentadas el pasado mes de febrero y que serán actualizadas en 2020, Iberdrola contará con 9.900 nuevos megavatios renovables al cierre de 2022 con respecto al cierre de 2017. Además, el grupo alcanzará los 90 gigavatios hora (GWh) de capacidad de almacenamiento en 2022, lo que supone un incremento de 20 GWh respecto a los niveles actuales.

El almacenamiento mediante centrales hidroeléctricas de bombeo es clave para posibilitar una mayor penetración de las energías limpias en el sistema eléctrico, explican desde la compañía. En el caso concreto de España, prevé la instalación de 3.000 MW renovables nuevos hasta 2022. Hasta 2030, las previsiones de Iberdrola apuntan a la instalación de 10.000 nuevos MW. Estas actuaciones permitirán la creación de empleo para 20.000 personas.

Endesa

En la eléctrica que preside Juan Sánchez-Calero reconocen ser “plenamente conscientes de la transformación de nuestro sector y por ello tenemos diseñado un plan industrial, que acabamos de presentar hace unos días, que impulsa un modelo energético más sostenible”. El principal foco de las inversiones va a ser las renovables, donde explican que quieren "pasar de 7.400 megavatios instalados a 10.200 megavatios en 2022". Más del 90% de la inversión -afirman- “estará destinada a renovables o a iniciativas, como las redes inteligentes, o el desarrollo de instalaciones para recargas de vehículos eléctricos, que tengan que ver con la lucha contra el cambio climático”. El objetivo es acelerar la transformación del grupo hacia la descarbonización total.

 

 

“En 2022, se prevé que Endesa ya no tenga centrales de carbón en funcionamiento, más allá de las islas por seguridad energética”. En este sentido, ponen dos botones de muestra: por un lado, el desarrollo de la movilidad eléctrica, con los 8.500 puntos de recarga pública que Endesa prevé instalar en los próximos años la digitalización de nuestros activos, clientes y personas y, por otro, la profundización en el programa de creación de valor compartido (CSV) como herramienta de integración de la sostenibilidad en la estrategia y operativa de los negocios.

Para Endesa, “la energía es uno de los sectores clave en todo el mundo, no sólo desde el punto de vista económico, sino por sus implicaciones sociales y medioambientales”. Según prevén algunos estudios, la demanda energética mundial “crecerá nada menos que un 30% hasta 2040, lo que implica un análisis estratégico sobre las fuentes energéticas del futuro”. Es evidente, pues, que el sector energético “necesita evolucionar hacia un futuro más limpio, con una generación más descentralizada y cada vez más digital y con una penetración de la electricidad más intensa en sectores difusos como el transporte o los hogares e industrias, desplazando el consumo de combustibles fósiles hacia una electricidad de origen fundamentalmente renovable”, si se quieren alcanzar los objetivos del Acuerdo de París, explican en la multinacional.

Por ello, para Endesa los principales desafíos a los que nos enfrentamos son, la descarbonización del mix energético, junto con la electrificación de la demanda energética y la digitalización. De ahí que en su plan estratégico se incluya "un compromiso tan cierto y tan concreto como que la compañía va a sacrificar dividendo a favor de aumentar las inversiones en descarbonización”.

 

 

Las inversiones en bienes de capital, gastos en capital, CAPEX -inversiones de capital que crean beneficios- se han disparado en Endesa a favor de las energías renovables, que han pasado de significar el 13% del total en España en 2014, hasta el 67% en 2019, dentro de un proceso de rediseño de su plan estratégico que tiene como objetivo la descarbonización plena. Un incremento de 20 veces en el CAPEX de la empresa en este sexenio. En la eléctrica están convencidos de que la mejora de sus resultados económicos se debe esencialmente a su reposicionamiento en favor de la energía sostenible, en haber puesto su foco en la descarbonización. Además de en su liderazgo en nuevos servicios e infraestructuras.

 

Según se establece en su plan estratégico, “la electrificación es el elemento clave en la revolución del paradigma energético hacia fuentes no contaminantes”, porque aumenta la eficiencia en el consumo de energía final y permite incrementar la energía renovable. Y en España, donde la transición energética ofrece oportunidades de inversión de 236.000 millones de euros, exige una apuesta decidida por las emisiones cero. Endesa ya tiene aprobada el cese de la actividad de carbón en cualquiera de sus estructuras productivas en 2022. Año en el que consumará una reestructuración completa de su mix de generación, aseguran en la multinacional.

Repsol

La petrolera que preside Antonio Brufau acaba de analizar el papel de la compañía en la lucha contra el cambio climático y ha redoblado su compromiso de liderar la transición energética, en consonancia con los objetivos de la Cumbre de París y los de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas.

Orientará su estrategia para ser una compañía con cero emisiones netas en el año 2050, lo que la convierte en la primera de su sector en fijar esta ambiciosa meta, que pretende limitar el calentamiento del planeta por debajo de los dos grados centígrados respecto a los niveles preindustriales. “La determinación de Repsol en el avance hacia la descarbonización se refleja en el impulso de los proyectos asociados a la transición energética. La compañía ha incrementado en 3.000 MW su objetivo de capacidad de generación de electricidad baja en carbono, hasta los 7.500 MW en 2025, e iniciará en 2020 su expansión en otros mercados para convertirse en un actor internacional relevante en energías renovables”, explican en la multinacional española sobre sus proyectos ecológico en curso.

 

Repsol ha consolidado su posición en la comercialización y también en la generación de electricidad baja en carbono en España, con una capacidad total instalada de 2.952 MW y una cartera de proyectos de 2.600 MW adicionales. Cuenta ya con un millón de clientes de electricidad y gas y hace solo unos días ha puesto en marcha Solify, una solución integral de autogeneración de energía fotovoltaica para particulares y empresas que ofrece energía 100% renovable, ahorros en la factura de la luz y una gestión digital eficiente del consumo. La compañía empezará a aplicarla gradualmente en sus estaciones de servicio y otras instalaciones.

En materia de movilidad eléctrica, Repsol ha adquirido este mes de diciembre la red y los servicios de comercialización de energía de Ibil, de forma que la red pública de recarga de la compañía es ya una de las más relevantes de España, con más de 230 puntos, a los que se suman un millar de terminales de ámbito privado.

En el área de Upstream, para alcanzar los objetivos previstos, Repsol orientará su cartera de activos al cumplimiento del Acuerdo de París, “lo que implica priorizar la generación de valor y de caja sobre el aumento de la producción”. En las operaciones industriales, se mantendrá la actual posición de liderazgo en rentabilidad del refino y se sumarán objetivos de descarbonización más exigentes, junto con un aumento de la producción de biocombustibles y productos químicos de baja huella de carbono. Este nuevo y más exigente escenario servirá de base para el Plan Estratégico 2021-2025, que se presentará al mercado y a los inversores en la primera mitad de 2020.