En Estados Unidos
la campaña electoral ya lo impregna todo, una campaña de las más polarizadas en la que, salvo conflicto bélico internacional, Obama tiene difícil la reelección. El escenario económico de fondo, con elevado desempleo y miedo a la recesión, hace percibir como pobre la herencia del actual presidente y facilita un relevo republicano. El riesgo está en que, nuevamente, se coloque el interés de los partidos por delante del interés general, coincidiendo con un debate fiscal que está lejos de haber acabado y que sin duda nos regalará nuevos episodios del mejor melodrama, a la altura al menos de lo vivido en 2011.
En cuanto a Francia, su elección presidencial no lo es solamente francesa; también afecta a Europa en su conjunto. Hasta ahora Merkel y Sarkozy han avanzado (lentamente, dicho sea de paso) de la mano con su particular baile del ensayo y error hacia la estabilización de la crisis de deuda. Un cambio de dirección motivado por el resultado electoral en Francia es algo a vigilar. También las cuentas de Francia, especialmente si contamos con que serán revisadas a lo largo de 2012 para modificar su presupuesto y darle un toque de austeridad, al tiempo que su calificación AAA se mantiene en la cuerda floja.
La cuestión de la adopción de la regla de oro por parte de los socios europeos debe resolverse a lo largo de 2012, mediante la aprobación por los parlamentos nacionales, lo que trasladará el debate de los beneficios y costes del Euro y la cesión de soberanía a los ciudadanos europeos. Existe la experiencia del fracaso previo de la Constitución Europea de 2005, precisamente por ser concebida de espaldas a la ciudadanía. Veremos qué sucede en esta ocasión.
En Europa hemos comenzado 2012 con recesión (el cuarto año en esta situación para Grecia), con nuevos gobiernos en los países periféricos que deben hacer el difícil ejercicio de ganarse la credibilidad del mercado sin poner en juego la estabilidad social de sus países, de modo que la volatilidad está garantizada también para 2012, por lo que seguirán siendo necesarios, y esperemos que suficientes, los actuales cortafuegos existentes (EFSF, ESM, BCE, FMI).