No corren tiempos dorados para el oro. El brillo amarillo que en los últimos años deslumbró el mercado de materias primas, se apaga y el oro gana tendencia bajista. Así nos lo advierten nuestros indicadores premium de tendencia, volumen, momento y volatilidad
. Con una nota de suspenso claro, (2 puntos), el oro sólo se antoja para posiciones cortas. De hecho, la pérdida del nivel psicológico de los 1.400 puntos con el inicio de semana no adelanta nada bueno.
Desde septiembre el metal precioso acumula una caída superior al 20% de su cotización. Entre los factores clave que explican este retroceso están las señales de recuperación de la economía estadounidense. Con la confianza de los ciudadanos depositada en que la primera potencia mundial vuelva a liderar el carro de la salida de la crisis, los inversores pierden miedo y eso se traduce en salida de capital de los activos refugio. ¿Y qué activo ha servido más como amparo de los inversores que el oro? Pero ahora ese valor se ha perdido. Técnicamente encuentra una resistencia harto complicada de superar en los 1.500 dólares por onza. Y ni hablar de los 2.000 dólares en los que llegó a cotizar en 2011. De hecho, con una clara tendencia, volumen y momento bajistas para el medio plazo, las únicas posiciones a tomar en el metal precioso deben ser bajistas.
Desde el punto de vista fundamental, Manuel Arroyo, director de Inversiones de JP Morgan AM, aseguraba en un desayuno con los medios que existen tres motivos que pueden haber llevado al metal dorado por debajo de los 1.400 dólares la onza: Chipre, la protección frente a la inflación y el retorno a la renta variable.
La única esperanza de ver algo de recuperación en el oro la encontramos en el medio plazo pues, con un horizonte mayor, el volumen del oro aumenta, mientras la volatilidad decrece.