El Covid-19 no está dejando indiferente a nada ni a nadie. Y no es diferente en el mundo del dinero. Todo lo que toca lo convierte y el euribor es uno de esos indicadores que está dejando un sabor agridulce en el mercado. Es malo para los consumidores, para los españoles que pagan una hipoteca, la principal deuda y a la vez ahorro en nuestros hogares. Su principal referente acaba de cerrar mayo, en la expectativa a un año, exactamente en niveles que no se veían en el mercado hipotecario desde diciembre de 2016.
Es decir, con tipos menos negativos, lo que supone, para los préstamos en la compra de una vivienda con diferenciales incluso pequeños, es que hay que pagar intereses, más intereses. Una tendencia que se vió de golpe en marzo en el momento álgido de la pandemia cuando el euribor cerró en -0,108 frente al -0,266 del mes anterior en el que los tipos en negativo se estaban profundizando.
No se trata de un encarecimiento importante. Por ejemplo para una hipoteca de 120.000 euros ese aumento apenas rozaría un pago extra mensual de 3 euros. Pero lo peor es que la tendencia permanezca para los consumidores. Por el contrario los bancos se ven aliviados en lo que supone la primera buena noticia en un mundo de intereses negativos que han venido para quedarse.
Lo que no hay es unanimidad al explicar la razón final que motiva este cambio. Desde desconfianza de los bancos entre ellos en especial mirando al sur, la compra del BCE de cantidades ingentes de esos bonos soberanos que se refleja en el indicador. Varias son las teorías para una referencia, la principal del mercado hipotecario que se utiliza en España, que es el resultado de una media entre las entidades, sin que nadie en concreto lo fije.
Pase lo que pase en las tripas del interbancario, lo cierto es que este movimiento no parece que haya venido para quedarse. El Banco Central Europeo y la realidad en la que ahora nos movemos muestran que los tipos negativos no se van a revertir al menos hasta la que la recuperación sea un hecho. Y eso no parece que se vaya a producir ni en 2021, así que a los bancos parece que les tocará mirar a 2022 para volver a ver el euribor en positivo y sólo les salvarán los diferenciales más elevados... con permiso del coronavirus.