McIntyre señala que Brandywine Global, que gestiona 31.000 millones de dólares* en activos de renta fija, está sobreponderada actualmente en dólares estadounidenses y que prefiere el billete verde a otras divisas con la consideración de refugio, como el yen japonés y el franco suizo.

«Nuestra sobreponderación en el dólar estadounidense es una posición táctica», señala. «Somos conscientes de que EE.UU. tiene problemas importantes y no estamos seguros de que el país tenga la voluntad política para solventarlos ahora mismo. Sin embargo, cuando los mercados mundiales huyan del riesgo, el dólar estadounidense va a beneficiarse de la búsqueda de la calidad, al igual que el yen, pero no se sabe a ciencia cierta si Japón se verá obligado a intervenir en la divisa otra vez. Lo último que necesita Japón ahora es una divisa fuerte, que ya está haciendo que el coste de hacer negocios en ese país sea prohibitivo».


A la vista de las recientes medidas tomadas por el banco central de Suiza (SNB) para limitar la apreciación del franco frente al euro, McIntyre también duda de que la moneda suiza vaya a seguir beneficiándose de su estatus de refugio. «Debido a la amenaza de nuevas intervenciones por parte del SNB, creemos que el dólar se verá beneficiado en periodos de tensiones en los mercados», apunta.

Una amenaza clave para este escenario provendría de nuevas medidas de relajación cuantitativa en los EE.UU., ya que tirarían a la baja del dólar. No obstante, McIntyre no está preocupado por la posibilidad de que haya más relajación cuantitativa, ya que cree que la próxima ronda tendrá un enfoque diferente a las dos anteriores.

«La Operación Twist, por ejemplo, utiliza el dinero procedente de la venta de bonos con vencimientos cortos para comprar deuda a largo plazo, y eso será positivo para la parte larga de la curva. Aunque no necesariamente sería positivo como tal para el dólar, no pondrá presión sobre la moneda, que es lo que hemos visto con otros tipos de estímulos monetarios».

Las fases de relajación cuantitativa son bajistas para el dólar, pero tampoco han sido especialmente positivas para los bonos del Tesoro, señala McIntyre. «Es contradictorio, porque uno piensa que las compras de títulos del Tesoro de EE.UU. por parte de la Fed deberían brindar apoyo a los bonos, pero en este entorno no hicieron ningún bien», asegura. «Sólo cuando los mercados vieron que se aproximaba el fin de la relajación cuantitativa el entorno se volvió positivo para los bonos del Tesoro. Durante los últimos tres años, los periodos sin relajación cuantitativa han sido claramente mejores para los bonos».

No obstante, ahora que la economía estadounidense lucha para seguir creciendo y se prevén medidas para reducir el déficit público, McIntyre espera que la Fed no pierda de vista la lucha contra la deflación. «Esto reduce las probabilidades de que EE.UU. tome el mismo camino que Japón, ya que la Fed ha aprendido de los errores que cometió Japón en el pasado», explica.

«Sabemos que EE.UU. va a recortar el gasto y a subir los impuestos. Esto podría terminar teniendo efectos deflacionistas, y considero que la Fed hará todo lo necesario para asegurarse de que no existan presiones deflacionistas dentro de la economía estadounidense. Hemos gestionado nuestras carteras mundiales de bonos sobreponderando la exposición a la duración de los bonos del Tesoro de EE.UU. durante gran parte de 2011 y eso ha sido beneficioso para las rentabilidades. Sin embargo, como cada vez parece más probable que EE.UU. va a evitar la recesión y como Europa parece que está dispuesta a evitar el riesgo de que se repita lo que ocurrió con Lehman Brothers, recientemente hemos reducido nuestra exposición a los bonos de alta calidad en nuestras carteras».