Normalmente en la gestión de la banca, cuando un crédito tiene problemas y se alerta el departamento de seguimiento de riesgos, se estudia una salida en función del origen de estos incumplimientos. Nunca sin incumplimiento
se alerta sobre determinada situación de deterioro del balance de una firma fuera de los scoring sectoriales o de otra índole especifica que le coloquen a una empresa una determinada alerta por pertenecer a un sector determinado por causas generales de la economía.
Actualmente y desde hace algunos años, una empresa de reparaciones de albañilería, por ejemplo, puede funcionar perfectamente y ser muy solvente, pero está lastrada por la alerta de pertenecer al sector inmobiliario. Al igual ocurre en otro tipo de empresas relacionadas con el mismo sector. Esto les provoca multitud de problemas al estar todas en el mismo “saco”. Las consecuencias son que los créditos no se conceden (bueno, ni a éstas, ni a ninguna otra), y la financiación es mucho más costosa, entre otras dificultades.
Una vez visto el origen de estos incumplimientos hay dos cuestiones a definir: por una parte, si los problemas son de tiempo, porque la empresa calculó mal sus previsiones, se renueva y se alargan plazos ; si es otro el problema, sin mayor explicación se pasa a mora. Esto último con determinadas salvedades en función del importe de la operación y en función de la posibilidad de poderlo asumir en las cuentas de resultados de la entidad financiera. Estas son las dos premisas fundamentales que han jugado desde hace tiempo en la banca y siguen estando operativas en la actualidad.
El concurso de la última inmobiliaria aparecido hace dos semanas ha puesto de manifiesto que los créditos zombis son muchos más y además sin provisionar lo que se creía. Las dos primeras entidades financieras del país únicamente tienen provisionados el 15% de estos créditos que alcanzan los 60.000 millones de euros , que son 9.000 millones de euros , ¿qué pueden hacer ante semejante agujero en sus cuentas¿ “TIRAR LA PELOTA ADELANTE” hasta que se puedan absorber las pérdidas.-La normativa del BdE obliga a declarar este tipo de créditos en sus memorias pero, ¿ustedes se creen que a estas alturas alguien dice la verdad? La operativa normal de las entidades a grandes rasgos es como sigue: a primeros de mes o del trimestre normalmente se ven los incumplimientos en pptos. de la entidad, se analizan sus importes totales si hay que pasar solo lo incumplido a mora únicamente o por su cuantía debe de contabilizarse la totalidad de la operación sin vencer. Por otra parte se han calculado los beneficios trimestrales de la entidad y se comprueba cuánto se puede absorber de esta previsible mora trimestral, con el fin de cuadrar los beneficios esperados trimestrales, la mora y los prestamos activos. De esta ecuación se despejan normalmente las operaciones que por su cuantía no se pueden absorber a pesar de no tener salida y por ello se tratan de renovar pasando la pelota o el problema unos a meses o años más adelante. Esto es lo que ha ocurrido hasta ahora con las empresas inmobiliarias. Por ello, los problemas van apareciendo en cuenta gotas y a pesar de ser empresas sin viabilidad, por la imposibilidad del banco de absorber esta mora, se le alarga la agonía de unas operaciones que no se pueden pagar. La empresa no puede pagar pero el banco tampoco puede absorber la pérdida y su provisión en sus cuentas.
Afrontar la realidad de esta situación actual es pasar a mora la totalidad de sus créditos al ladrillo, porque en un 99 % son inviables y no se pueden pagar. Mantener las operaciones en el activo es una forma de engañarse ellos mismos. Pasar la pelota más adelante es alargar la agonía y no saber enfrentar los problemas como se ha hecho siempre. Además de estos créditos zombis hay que tener en cuenta la cantidad de préstamos sindicados entre entidades, toda vez que se vislumbró el problema se decidió estratégicamente participar en este tipo de operaciones sindicadas aunque fueran de poco importe. Años atrás abundaban estas operaciones, en principio destinadas a grandes corporaciones, después se fue reduciendo hasta empresas mediadas, las cuales podían hacer este tipo de operaciones. En esta situación está la mayoría de las grandes constructoras que reconvierten operaciones por falta de tiempo para que las entidades puedan absorber ese montante de morosos.
Este problema es especialmente crudo en las entidades nacionalizadas que han traspasado sus problemas al Sareb. Las vendidas en subasta ya han sido cubiertas por el Frob. El panorama, pues, está falto de aclararse en el sistema financiero español por la estrategia de mentir sobre la realidad.