Tanto en la cumbre “a cuatro” del día 22 en Roma con Rajoy, como en la cumbre de la UE los días 28 y 29, los bancos españoles serán materia de comentarios e incluso, puede, catalizadores de ambiciosas reformas. Mientras, el 11 de junio el FIM hará público el estudio sobre nuestros bancos, prácticamente quince días después las auditorias: Roland Berger y Oliver Wyman, pondrán sobre la mesa las vergüenzas bancarias patrias. Ya en julio conoceremos definitivamente las necesidades y empezará el trasvase del ladrillo desde la cartera de los bancos a las SOCIMI´s
Pero podemos prever o anticipar ya algo. Primero que los números de las dotaciones van a asustar y alguna entidad entrarán en pérdidas, la banda de las estimaciones oscila entre 60.000 – 80.000 millones, destacable la amplitud de la horquillas de las estimaciones. El criterio que se va a aplicar a Bankia: clasificación más estricta de créditos inmobiliarios, mayor cobertura de los mismos y provisionar refinanciaciones de empresas no promotoras; me temo será un estándar para el sector. Los depositarios no deben temer nada puesto que la recapitalización juega a favor de la solvencia de la entidad.
Para aquellos que tengan bonos subordinados o preferentes, en muchos casos este año no cobrarán su interés o dividendo, al estar vinculados los mismos a los resultados de la entidad. Eso sí allí donde se produzcan recapitalización, el rating de la entidad mejorará sensiblemente y por tanto los bonos “senior” pueden ofrecer una muy interesante revalorización. Por último nos quedan los sufridos accionistas, mi primera duda es si aún teniendo beneficio las autoridades permitirán el reparto del mismo ante las necesidades de capital imperante; me temo que no dado el revuelo social y sensibilidad levantado sobre el tema bancos.
En cuanto a la cotización, los actuales niveles ofrecen ya un fuerte descuento de escenarios catastróficos por lo que el cierre de cortos, tal y como parece estarse produciendo, puede ser una constante. Ahora bien es esta una tendencia a corto plazo pero y a largo, aquí la dilución de beneficios por los aumentos de capital y conversión de algunos instrumentos en acciones juega en contra de los accionistas, además la banca española debe luchar contra una situación nacional depresiva, con escasos visos de crecimiento sólido, escenario que se complica aún más con la previsible vuelta a la debilidad de la economía americana y su efecto global. Por tanto, admitiendo posibilidades de un rebote, no creo que todavía la banca española sea una opción a contemplar en las carteras, especialmente todo aquello que no sean los dos grandes: BBVA y Santander, debido a su diversificación.
Miguel A. Bernal Alonso
Profesor adjunto BME