Siempre décimos que un dato, un resultado o una noticia para una empresa no tienen que ser, no obstante, salvo lo que resulte claramente, bueno o malo. Lo que marca tendencia es la lectura que el mercado hace de ello y Wall Street en concreto.De hecho, la psicología del inversor también entra en juego en gran medida, y hemos visto como informes de empleo muy similares se han leído en casos concretos muy bien y en otros muy mal.
Ahora es lo que está pasando con la temporada de resultados, ya que, tras publicarse en la jornada de ayer las cuentas de 116 compañías, todavía quedan por confesarse en el mercado en lo que resta de semana 640 más en Wall Street.
De momento, en las incluidas en el S&P 500, el balance, hasta el cierre de la semana pasada de FactSet es que la temporada de ganancias no ha tenido un buen comienzo. Y no porque las pérdidas resurjan entre las compañías, sino porque la media de sus ganancias se coloca por debajo de los últimos 5 y 10 años. Así de sencillo. En un mundo donde el dinero marca la pauta, que el crecimiento de los ingresos no se produce en sus niveles anteriores ni su ganancia por acción no se perdona.
Así, se está produciendo una caída de los beneficios interanuales por primera vez desde el tercer trimestre de 2020 y las que publicaron la última semana se han comportado peor, aunque solo un 11% de los integrantes del S&P 500 han presentado resultados. De ellas el 67% presenta ganancias por acción por encima de lo esperado, pero está por debajo del 77% de media de los últimos 5 años y del 73% en los últimos 10. Y rompen estimaciones al alza en sus beneficios en un 3, 3% también por debajo del 8,6% de los cinco años precedentes.
De momento tampoco ayudas las declaraciones de algunos miembros de la Fed. Uno de sus gobernadores, Christopher Waller destacó el pasado viernes que estaría dispuesto a asumir una suave recesión si eso implica reducir la cuantía de la inflación, mientras destaca que considera que la Reserva federal puede reducir la cuantía de la subida que están experimentando los precios con lo que se considera un “aterrizaje suave”, es decir una recesión leve y corta, aunque los mercados, no lo ven así. Estiman que, si la Fed mantiene la cuantía de las subidas, la recesión sea como fuere, será un hecho consumado.
En su gráfica de cotización vemos que el S&P apenas gana un 0,62% en la última semana, con avances del 4,66% en el último mes y del 6% en el trimestre. En el año, apenas sube un 4,8% y en interanual cede todavía casi un 8,7%.
En lo que queda de semana el mercado tendrá que lidiar con indicadores adelantados tanto manufacturero como de servicios, sus PMIs todavía en niveles de contracción del 46,2 y el 44,7 respectivamente, las peticiones de desempleo y el jueves, con el primer impacto de la Fed: el dato inicial con la primera estimación de la evolución del PIB en la última parte del ejercicio pasado.
También el jueves conoceremos los pedidos de bienes duraderos y el índice de actividad de la Fed de Chicago. Ya el viernes, conoceremos los gastos e ingresos personales de diciembre, con su dato correspondiente de inflación y otro dato predictivo: el índice de confianza del consumidor de la Universidad de Míchigan correspondiente al mes de enero.
Según los indicadores de Fuerza Premium de Estrategias de Inversión, el S&P 500 pasa de débil a muy débil, con situación conjunta de amplia debilidad en su fuerza para el indicador tanto a medio como a largo plazo con operativa de mantener al margen y riesgo de mayor deterioro técnico para el índice de Wall Street.
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