Las consultas que he recibido mostrando preocupación por los ahorros se han acelerado estos últimos días. La gente muestra más preocupación porque le devuelvan el dinero que por sacar una rentabilidad al mismo. Los movimientos irreflexivos se suceden en los mercados financieros azuzados por el gran poder mediático de medios y plumas anglosajonas que invaden algunos dominicales salmón de tirada nacional.

Entre ellos destaca el famoso Krugman que parece que lleva tatuado en un brazo amor al déficit y en el otro castigo a la UME. Cada vez lo leo menos interés porque gran parte de sus artículos aportan siempre la misma solución a la actual crisis: más deuda y tipos de interés más abajo. Nada nuevo, al fin y al cabo. Es lo que siempre se ha hecho en las últimas décadas cada vez que había una recesión, bajar los tipos de interés e incrementar el gasto público. La diferencia es que, en esta ocasión, parece que no hay suficientes compradores para la deuda que emiten y se la compran ellos mismos dándole a la máquina de imprimir dinero. Esto de sacar dinero de la nada tampoco es nada nuevo y no suele acabar bien.

Bien, nos encontramos a un Nobel pegando patadas hacia delante, “kick the can down the road” y dedicándose a meter el dedo en el ojo a la UME que ha decidido coger a la deuda por los cuernos tomando decisiones estructurales pese a su elevado coste a corto plazo. Claro está que para vender libros o rellenar blogs es siempre mejor ganar simpatías diciendo que no es neceario racionalizar el gasto público y que los que no comulgan caerán en los infiernos.

Alejémonos del corto plazo de los que se centran más de la paja en ojo ajeno y no ven la viga en el propio. Y es que el tiempo dará y quitará la razón, el largo plazo decidirá si las reformas estructurales han tenido su efecto en la UME o si EEUU es como el resto de los mortales y tendrá que