Hay días en los que el espejo nos dice “ya no podemos engañarnos más”, y casi siempre tiene razón. Confiar en que la pensión pública mantendrá nuestro nivel de vida actual durante la jubilación es un sueño que no nos podemos permitir. Es momento de pensar en la jubilación. Teniendo en cuenta que la esperanza de vida se ha situado en niveles muy altos, el bienestar del 30% de nuestra vida puede depender de que nuestro plan de ahorro haya surtido efecto. 

EFPA España (Asociación Europea de Asesores Financieros) ha preparado un documento en el que repasa todas las respuestas que todo ahorrador busca ante el espejo a la hora de contratar un plan de pensiones para completar su jubilación pública.
EFPA también ha elaborado un modelo con tres supuestos de ahorro, para estimar lo que podría acumular un ahorrador en el momento de jubilarse.  
 
¿De verdad que necesito un plan de pensiones?

Sin duda. Al menos, si no queremos que nuestro nivel de vida se vea diezmado en los últimos treinta años de nuestra vida. Hay que tener en cuenta que en el año 2060, la tasa de sustitución (pensión con respecto al último salario) caerá del 82% actual, hasta el entorno del 50%. Teniendo presentes estos datos, ¡claro que necesitamos un plan de pensiones!
 
¿Cuándo debemos empezar a ahorrar? ¿Soy demasiado joven?

Nunca somos demasiado jóvenes para ahorrar así que, cuanto antes empecemos, mucho mejor. Nos permitirá alcanzar un capital final suficiente como para complementar nuestra pensión pública. El largo plazo siempre es un gran aliado, ya que pone el interés compuesto de nuestro lado.
 
¿Cómo debe ser nuestra inversión?

Aquí las canas sí que importan. La edad y las responsabilidades, o la ausencia de ellas, marcarán el riesgo que estamos dispuestos a asumir. Una persona joven podrá aceptar  mucho más riesgo, invirtiendo en planes de renta variable que le permita obtener una mejor rentabilidad a largo plazo. Por otro lado una persona que se encuentra cerca de su jubilación, quizá esté interesado en mantener su cartera en posiciones más conservadoras.
  
¿En qué entidad contratamos nuestro plan?

Analizar la competencia entre entidades es fundamental. Cualquier gestora estará encantada de recibirnos. Merece la pena acudir al ranking de rentabilidad a largo plazo (rentabilidad sostenida) y solvencia y ver qué posiciones ocupan sus planes. Que haya una información clara, puntual y de calidad es un punto importante a tener en cuenta.
 
¿Existe alguna alternativa a los planes de pensiones?

Los Planes de Previsión Asegurados (PPA), tienen las mismas ventajas fiscales que los planes de pensiones. Aseguran un tipo de interés para toda la duración del contrato y, año a año, remuneran a un tipo asegurado más alto que comunican al ahorrador antes de cada vencimiento anual.

Los Planes de Ahorro Individual Sistemático (PIAS). Contratos con entidades aseguradoras para constituir (con una duración mínima de 5 años con la reciente reforma fiscal), una renta vitalicia asegurada. Los rendimientos obtenidos en el periodo de ahorro no tributan si se constituye una renta vitalicia Los Seguros de Vida de Ahorro no gozan de ventajas fiscales, pero permiten el rescate en cualquier momento.
 
¿Qué pasa con las comisiones?

Debe ser un aspecto a tener en cuenta, pero no el decisivo a la hora de tomar una decisión. No siempre un plan con una comisión más baja es el más adecuado, ni la más alta asegura una mayor rentabilidad, pero es un elemento importante a tener en cuenta. Tendremos que seguir una regla básica: las comisiones de gestión en planes de renta fija deben ser inferiores a los planes de renta variable. Los planes que requieran una gestión dinámica y activa deberían obtener mejores rentabilidades que los indexados para compensar así las mayores comisiones.
 
¿Cuánto podemos llegar a ahorrar?

EFPA España ha elaborado un modelo para ver cuánto dinero podría acumular un ahorrador en el momento de la jubilación a los 67 años. Este modelo incluye tres supuestos de inicio de ahorro: a los 30 años, a los 40 años y a los 50 años, con una aportación inicial de 100 euros mensuales en cada caso, incrementando la aportación 10 euros anuales.

Además, este modelo estima una rentabilidad media del 4% entre los 30-45 años (mayor apuesta por renta variable), un tipo de interés del 3% entre los 45-55, donde se reduciría el peso de la inversión en bolsa, y una rentabilidad del 2% en los últimos años como trabajadores (55-67), correspondiente al interés estimado de los bonos de renta fija en el largo plazo, la inversión que debería dominar en estos últimos años.

Con esta estimación, aquellos que comiencen a ahorrar para la jubilación a los 30 años, acumularían 186.355 euros en el momento de la jubilación (podría retirar 1.000 euros al mes durante 17 años), los que empiecen a ahorrar a los 40 acumularían 97.164 (dispondrían de 750 euros durante 11 años) y, por último, los que retrasen el comienzo de sus aportaciones a los 50 años acumularán 42.904 €, unos 500 euros mensuales durante 8 años.


 

¿A quién consultamos todas nuestras dudas?


Esta pregunta es la más importante. Un asesor financiero certificado será la mejor forma de lograr una correcta planificación de la jubilación. Nos aconsejará qué hacer en el momento de constitución del ahorro para obtener la máxima rentabilidad financiero-fiscal y en qué momento debemos realizar cambios en nuestra estrategia, a la hora de obtener la mejor prestación en forma de renta vitalicia, temporal o financiera.